Amarres de Amor con Magia Blanca
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 Importancia de la lectura

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MensajeTema: Importancia de la lectura   Importancia de la lectura Icon_minitimeLun Mar 04 2013, 13:17

Importancia de la lectura

Hay otro método de influir en el futuro que el del mero consejo a niños o adultos, y es el de la sugerencia hecha con habilidad.

Tenía yo 15 años cuando dejé la escuela para emplearme como mandadero en una casa comercial. Un día apareció en la oficina una mujer de treinta y tantos años, alta, de mirada bondadosa, atrayente sonrisa y suaves maneras. Yo estaba solo en la salita de entrada. Ella se anunció como Miss Gray, añadió que era maestra y me preguntó acerca de mis estudios.

—Tengo que trabajar—le contesté—pero espero poder asistir a una escuela nocturna que pronto va a abrirse en el pueblo.

Luego supe que Miss Gray se dedicaba, fuera de las horas de clase, a buscar a los chicos que trabajaban, para aconsejarles o simplemente demostrarles que se interesaba por ellos.

Me preguntó si me gustaban los libros, y de mi respuesta sobre lo que había leído debió deducir la conveniencia de ampliar mis lecturas. El hecho era que lo que yo había leído se limitaba a la Biblia, la enciclopedia y unas pocas novelas en que se pintaban las tristes consecuencias de la bebida y la regeneración final del protagonista. Y como mandadero, no leía otra cosa que el diario de la mañana--cuando lo dejaba mi jefe. También mencioné que al terminar mi trabajo solía dedicarme a pescar, o a jugar al béisbol con unos amigos.

Entonces, Miss Gray me pidió que si podía fuera con ella hasta la pequeña biblioteca del pueblo. Allí tomó en la sección de préstamo de libros un ejemplar de Ivanhoe y me lo dio, diciéndome que me interesaría. Lo leí en la oficina entre una y otra tarea, y por la noche. Me abrió un nuevo mundo, lleno de la agitación y las andanzas de las batallas, la pompa de las justas medievales, la tragedia de Rebeca y su amor no correspondido, el heroísmo del Caballero Negro y de Locksley, y el destino de Ivanhoe. De pronto empecé a ver los libros como cosas animadas de vida propia y a sentir el deseo de leer más.

Pocos días más tarde volvió a aparecer Miss Gray y me recomendó David Copperfield. Todavía recuerdo la dureza de corazón de Murdstone, el inquebrantable optimismo de Micawber y la maldad de Uriah Heep, a todos los cuales encontré años después en la vida real.

Mi horizonte se fue ensanchando con los libros, a veces mediante la ayuda de Miss Gray, otras por mi propia iniciativa, y así devoré obras de Thackeray y de Irving y biografías de Washington, Lincoln y Grant.

En la escuela nocturna, el director me inició en los textos de matemáticas, ciencias naturales y latín. Fueron muy valiosos para mí, pero al volver la mirada al pasado, comprendo que los libros cuya lectura me recomendó Miss Gray tuvieron gran importancia también. Si bien los textos me eran necesarios para aprender, esos otros libros me estimularon la imaginación y me dieron una comprensión mejor de la vida. Me llevaron a pensar que el mundo entero era mi hogar, ampliaron mi visión, trasportándola de uno a otro país, y me hicieron sentir que yo formaba parte de la inmensa corriente humana.

A los 17 años fui a la Universidad a estudiar ingeniería. Tenía todo el tiempo ocupado con el estudio de los textos y la lectura de las obras que señalaba el programa de cursos y, además de dirigir los equipos de béisbol y fútbol, trabajaba para ganar algún dinero. Pero a veces Miss Gray me escribía indicándome algún libro.

La influencia de Miss Gray sobre mí se hizo mayor cuando comencé a ejercer mi profesión de ingeniero, y se prolongó durante 18 años más. En mi trabajo tenía a menudo que viajar varios días, y esperar largas horas en buques, trenes y lanchas en todas partes del mundo, desde los Estados Unidos a China, Birmania, México, Australia, África, Canadá y Rusia. En un viaje, gracias a la curiosidad inoculada por Miss Gray, adquirí tomos en rústica de Balzac, Zola y Defoe; en otro, libros menos emocionantes, como los de Herbert Spencer y James Mill. En una nueva travesía llevé La Revolución Francesa de Carlyle, La decadencia y la caída del Imperio Romano de Gibbon y resúmenes de la historia de Grecia y Egipto. También leí obras sobre Mahoma, Buda y Confucio, y más libros sobre historia de los Estados Unidos.

Para mí eran siempre un recuerdo de Miss Gray y de las palabras de John Milton: “Un buen libro es la preciosa esencia vital de un gran espíritu, destilada y celosamente preservada para una vida que se prolonga después de la vida”. Por eso digo: “Gracias, Miss Gray. Gracias por haberme guiado, hasta el mundo mágico de la aventura, la belleza, la sabiduría y la imaginación que puede encontrarse en los libros.”

--Herbert Hoover (1874-1964)



Fuente: www.superacion-personal.net


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