Amarres de Amor con Magia Blanca
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 Maestría en el Manejo de los Desastres

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Nemesis
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Nemesis


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MensajeTema: Maestría en el Manejo de los Desastres   Maestría en el Manejo de los Desastres Icon_minitimeDom Jul 21 2013, 06:42

Una de las razones por las cuales el estrés rompe la fortaleza de muchos individuos hoy día, se debe básicamente a la manera en que manejan su vida. Usualmente se le adjudica la responsabilidad el hecho de estar estresados al ritmo frenético que impone hoy día el siglo XXI.

¡La gente no descansa, se desmaya!



Se tiende a responsabilizar de las presiones personales al trabajo, a las múltiples ocupaciones, a las preocupaciones producto de las deudas, las situaciones en la familia, los hijos, la empresa, en fin, la frustración hace malas jugadas empañando los ideales dado que aquellas cosas que se anhelan tener o vivir difícilmente se lograrán por que no hay recursos o por la escasez del tiempo, en fin a muchas situaciones externas que ensombrecen la vida.



De allí que existan muchas personas que con el pecho apretado vivan sus días en un frenesí que no dan pie siquiera para el descanso. Descansar, ¿con qué tiempo?, pasear, disfrutar, ¿con qué dinero?



Se señala a otros que con mejor vida son más afortunados y se achaca esa situación ideal a que ellos tienen más recursos y a otras cosas como si esas fueran responsables del bienestar de aquellos.



Encontramos pues a muchos que terminan viviendo al filo de la navaja, en una zozobra que impacienta y termina minando de por sí las ya débiles fuerzas de la gente. Personas que anhelan la fórmula mágica que los saque de ese rincón sin salida que acorrala y asfixia, pero ¿será posible? Claro que sí. Muchas veces el problema radica en que buscamos en la esquina equivocada.



Como dice Covey, “Cada vez que pensemos que el problema está fuera, ese pensamiento es el problema”, por eso es que no encontramos la solución. Una muestra de que esto es así, es el afán de encontrar soluciones mágicas, “paños de agua tibia”, “aspirinas sociales”, “remedios mágicos” que solucionen la situación de inmediato, deseamos con la fórmula instantánea salir inmediatamente de lo que nos presiona.



La gente asiste a seminarios, adquiere libros y audios sobre “Cómo manejar sus recursos” sea este su dinero o su tiempo para lograr ser más eficientes y en consecuencia “Quieren hacer más en menos tiempo” y terminan diciendo, “ojalá los días duraran 25 horas, las 24 ya no me alcanzan”.



El problema no es el tiempo, o que el dinero no alcance, el problema “es” pensar de esa manera.



Se encuentran entonces personas que terminan “gerenciando crisis”, dicen que trabajan mejor bajo presión, que cuando no están “del cuello” no se sienten bien, sin embargo, rechazan ese estilo de vida que los mantiene corriendo, en un afán perpetuo que no les permite vivir. Viven para su trabajo que consume todo su tiempo, pensamientos y dedicación subyugando su propia familia que dicen es muy importante para ellos pero los consume su actividad laboral, y cuando esto no es así, su vida gira en torno de las deudas que termina por consumirles. Si no están apretados se aprietan.



Por eso es que no se entiende el por qué a pesar de estar tan dedicados a su labores profesionales llegan tarde, tienen trabajo acumulado, viven mal humorados y en últimas al borde de una crisis emocional y una crisis nerviosa. Es extraño pero condenan lo que es más importante por algo que aunque lo es, en el fondo saben que no es para tanto.



“Mi esposa no me entiende, lo hago por ella y por mi hijos” y así justifican el abandono del hogar que se va debilitando poco a poco.



El tiempo no les alcanza, el dinero no les alcanza, tienen trabajo acumulado, las deudas apremian, pareciera que vivieran en una carrera contra quién sabe qué, que deben ganar imperiosamente.



Las clínicas y hospitales están llenos de hombres y mujeres con infartos o a puertas de uno. Y llegan donde el médico de turno diciendo “déme un medicamento que me mejore, no me puedo dar el lujo de parar”



Pero la solución no está en tener más tiempo, más dinero, en tener las condiciones ideales para que las cosas comiencen a marchar perfectamente, ni siquiera está en la maestría en manejar las situaciones de, “bajo presión constante”, tampoco en que se bajen las ocupaciones, la solución está en otro lado y no muy lejos de cada quien.



Hay un enemigo que como fantasma cohabita con nosotros y que por fantasma no lo vemos. Hay que aprender a observar para verle y poder desenmascararlo.



El problema no es externo, si no interno, y está enmarcado en nuestra manera de proceder, y si seguimos actuando igual no sólo esas cosas no desaparecerán sino que más bien se agudizarán hasta hacernos perder el control. Albert Einstein dijo en alguna oportunidad que “Demencia es Hacer una y Otra Vez lo Mismo y aun Así, Pretender un Resultado Distinto”



Esa es básicamente la razón por la cual a veces el deporte no funciona, ni la lectura, ni las dietas, ni las estrategias de manejo de recursos personales que buscan la eficiencia, esas de “más en menos” tampoco funcionan.



Es muy claro que esa es una actitud muy generalizada, aquella que se orienta a querer lograr cosas y situaciones sin estar dispuestos a incorporar la conducta que las produce. Se manifiesta la inconformidad por la situación particular que se vive, en consecuencia se desea una vida distinta, pero no se crea la disposición de cambiar la conducta que propicia ese malestar.




“Causa y Efecto”. Mientras se mantengan ciertas conductas es decir Causas, ciertas realidades es decir Efectos se continuarán dando. Lo que sucede es que muchas veces se desean “efectos” distintos pero no hay disposición de cambiar las “causas” que generan efectos no deseados.

La salida fácil es ser reactivo, la salida fácil reaccionar. Fácil resulta airarse, fácil es perder el control, fácil es ser víctima de las circunstancias, responsabilizar a los demás de los propios dolores de cabeza, fácil es abandonar, pero cambiar exige acciones en otro nivel.



Planear, visualizar la vida que se desea, proyectarse y comenzar desde ahora a construir lo que no se puede de un momento para otro implica un nuevo paradigma que enmarque el nuevo esquema de acción.

No se puede llegar al punto en que la relación de pareja está al borde de la ruptura para allí sí, comenzar a hacerse lo que en años no se hizo. Uno no recupera 15 años de matrimonio en 15 días. Difícilmente se logrará la confianza después de largo tiempo haciendo precisamente aquello sabemos, no debió hacerse.



Igual sucede con el cuerpo. Años de comida chatarra, ausencia de deporte, una vida excesivamente sedentaria no nos van a proporcionar una vida altamente saludable. Sin embargo ese “nivel de pensamiento” pobre lleva a no pocos pensar que un medicamento o una cirugía arreglará todo.



No es tan sencillo. En estos casos, los atajos suelen arrojar consecuencias fatales. A nivel laboral la situación se mide por el mismo rasero. Muchas veces tendemos a relacionar a una persona con el alto desempeño cuando vive muy ocupada, cuando “no tiene tiempo”. Eso no es del todo cierto. Esto en algunos casos se debe al desorden de estos individuos que terminan asfixiados con su trabajo porque obviamente están conducidos por directrices internas, es decir pensamientos rectores que hacen que tengan conductas que los llevan a ese nivel de consecuencias.

Hay quienes por muy ocupados que estén, tienen tiempo. El problema no es una agenda atiborrada de actividades, es la manera en cómo la llenamos, la forma en cómo se administran las prioridades y el nivel de carácter para actuar sobre lo que realmente es importante lo que nos permitirá gozar de tiempo en cantidad y en calidad. Lo demás por muy justificados que suenen los discursos, no dejan de ser una muestra de que aun falta desarrollo interior.



Si seguimos pensando igual, seguiremos obteniendo los mismos resultados. Es muy fácil responsabilizar a agentes externos de nuestra situación, esta es una muestra evidente de falta de carácter, no reconocer que nos equivocamos. Esto supone una humildad que el ego extremo no nos permite asumir.

El problema no está en la escasez de recursos, o en la insuficiencia de tiempo, ni mucho menos en que la pareja no entienda o que los hijos sean muy inquietos, el problema reside dentro nuestro al no aprender con maestría como vivir estas situaciones. Es como adjudicarle la responsabilidad a las reglas del juego del ajedrez por no poder mover todas las fichas como uno quisiera lo que explicaría entonces nuestro bajo nivel de desempeño en ese deporte.



En lugar de estar responsabilizando al ajedrez del bajo nivel de juego ¿qué tal si aprende a jugarlo y con altura aprende a mover las fichas con esas reglas y se vuelve un experto ganador en el tema?

Un artista europeo atinó a decir en un momento que “el verdadero juego de la vida no consiste en tener las mejores cartas, sino en jugar bien con las cartas que nos dieron”, eso es maestría en la vida. No es ser conformistas, por el contrario, es reconocerse como agente del propio cambio, en lugar de miradas autocompasivas que señalan que el mundo está en contra de uno. Hacerse nuevas preguntas seguramente serían conducentes a iniciativas distintas que de llevarlas a cabo nos orientarían a resultados distintos. Por ejemplo ¿Qué puedo hacer al respecto? Es una pregunta que nos lleva a asumir la responsabilidad en lugar de estar endilgándole la responsabilidad a circunstancias o personas que están fuera de nuestro control.



Aprender a reflexionar desde el primer pronombre personal y abandonar esa idea de dejar caer la responsabilidad en el segundo es absolutamente revelador y liberador, porque abre las puertas a nuevos horizontes y nos permite descubrir potencialidades dormidas o que se desconocían. La grandeza de un ser humano no se improvisa, y la pobreza tampoco.



El largo camino hacia la realización no conoce atajos, y quienes lo han transitado han llegado allá no improvisando ni por casualidades de la vida. Igual pasa con quienes han empobrecido sus vidas así cuenten con muchos recursos de diversa índole. Estar asfixiado por trabajo, por las deudas, un hogar agonizante es el resultado de un largo camino que se ha transitado durante mucho tiempo y ese es el resultado encontrado. La pobreza No se Improvisa.



El buen tiempo, la buena fortuna no se pueden almacenar, no se pueden guardar. El tiempo perdido no volverá, pero se seguirán cometiendo errores por la ligereza al no asumir la responsabilidad y no ennoblecer la vida al no optar por decisiones correctas, es decir, al seguir conservando los mismos pensamientos rectores de vida. La paz, la tranquilidad, la altura para vivir la vida en momentos de fuertes vientos, requiere de la maestría de saber vivir, de reconocerse responsable y de tomar las “riendas” en las propias manos, lo demás, son vidas vividas a más de mil kilómetros, con paradas en el hospital, en el psicólogo, comiendo de pie, sin tiempo para descansar, “apagando incendios”, caricias en la frente cual calmante de una relación en deterioro.



Es oportuno comprender que la solución sobre los síntomas son puras soluciones temporales, es necesario ir directamente al problema real y solucionarlo de una buena vez. Dar con lo que origina la vida complicada que a veces se lleva, que asfixia, que se roba la paz es comenzar a hacer una nueva historia, dejando atrás una vida de reacciones y pasar a una vida responsable, es decir, libre.

Como dijo Borges alguna vez, “Cada quien Debería Plantar su Propio Jardín y Decorar su Propia Alma, en Lugar de Esperar a que Alguien le Traiga Flores”


http://www.hectormora.com/sitio/index.php?option=com_content&view=article&id=54:maestria-en-el-manejo-de-los-desastres&catid=37:superacion&Itemid=58
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