Practica ejercicio físico. Un poco de deporte diario nos permite descargar tensiones para volver a un estado de armonía física y mental.
- Aprende técnicas de relajación. El yoga, la meditación, el tai chi o incluso el método Pilates son útiles para temperar los nervios y tomar el control sobre nuestro cuerpo y nuestras emociones.
- Evita el consumo habitual de alcohol y café. Está demostrado que guardan una relación directa con la agresividad. Muchos actos de violencia que terminan de manera trágica tienen como disparador sustancias estimulantes.
- Aplaza la ira. Si nuestra reacción normal es enfadarnos, podemos postergar ese estado durante 15 segundos y, a continuación, si no hay más remedio, explotar. La próxima vez la postergaremos durante 30 segundos e iremos alargando los intervalos.
- Expresa tus sentimientos de forma creativa. Podemos hacerlo a través del intercambio de ideas con otras personas, en lugar de la confrontación, pero también en actividades artísticas individuales como la escritura y la pintura.
- Prepárate para la frustración. Debemos partir de la base que nuestras ideas serán desaprobadas por el 50% de la gente durante el 50% del tiempo, lo cual no debe ser un acicate para la ira.
- Reduce tus expectativas sobre los demás. Al dejar de esperar determinadas conductas por parte de otros, eliminamos muchas posibilidades de enfadarnos.
- Busca alternativas al estrés. En un atasco de tráfico, en lugar de desesperarnos y gritar a los demás, podemos pensar en actividades gratificantes que haremos más adelante o disfrutar de la música.