
Quizás muchos hayamos visto alguna vez la famosa obra de Guido Reni, “San Miguel aplastando el demonio”, que se encuentra en Santa María de la Concepción (Roma), una maravillosa pintura donde el famoso artista de la primera mitad del siglo XVII puso toda su alma, a pesar de las muchas dificultades técnicas, para representar al ángel con una belleza extraordinaria, etérea y sobrehumana. Como lo dijo él mismo, “una belleza que el cielo o la tierra no pueden encontrar nunca”.
¿El arcángel San Miguel aplastaba al demonio con la cara de un futuro papa?
Este cuadro fue encargado por el cardenal Barberini, una de las dos más importantes y nobles familias de la Roma de la época.
Se dice que el cardenal Pamphilii, había difamado al artista dañando gravemente su reputación, por lo cual Reni, resentido, decidió vengarse del cardenal.
Cuando la obra fue terminada y presentada al público, todos quedaron asombrados por la perfección y hermosura de aquel ángel, pero también se maravillaron al ver el rostro del demonio, encontraron un cierto parecido, a decir bastante, con el cardenal Pamphilii.
Ante esta situación, fueron enseguida a pedirle una explicación, a lo que el artista replicó:
“Es verdad que la belleza del paraíso nunca tuve la oportunidad de encontrarla, pero al diablo sí que lo vi directamente a la cara, y es así como lo he pintado. Por lo tanto, no lo cambio”.
Y la burla se agravó con el tiempo, al convertirse el cardenal Pamphilii en papa Inocencio X.
