En muchas partes del mundo se han encontrado testimonios de la existencia de culturas que hasta el momento no han sido registradas y que aún no son consideradas como parte real de la historia de dichas regiones.
En 1838, al noroeste de Australia, se descubrieron una serie de pinturas rupestres entre las que destacaban las representaciones de figuras humanoides de hasta seis metros de altura, con tez blanca y sin boca, además que tenían una aureola rodeando sus cabezas, las que fueron llamadas con el nombre de Wandjinas.
Según revelan los mismos aborígenes de esos territorios, las pinturas no fueron realizadas por sus antepasados, sino que por los mismos seres que en ellas se representan y que, a decir de las investigaciones, vivieron hace muchos miles de años atrás, en tiempos en los que se afirmaba que aún no existía el hombre en esas regiones de Australia.
De los Wandjinas se dice que fueron los que trajeron la civilización a este mundo, pero a pesar de ello no pudieron evitar las batallas que se libraron en Ururu, en donde los descendientes de los perdedores aún viven bajo una montaña de granito de color cambiante muy famosa que ahora se conoce como Ayers Rock.
Estos seres venidos de algún extraño lugar, y que llegaron a poblar y a civilizar nuestro mundo, usaban una especie de sandalia o calzado -mientras que los aborígenes no los usaban-, y contaban con manos y pies de 3 a 7 dedos en cada uno.
Entre todos los Wandjinas retratados en las pinturas, destaca particularmente uno vestido con una túnica rosada con una aureola rosa y dorada en su cabeza, y con unos símbolos a manera de alfabeto en su pecho.
En distintas investigaciones realizadas durante los últimos años se han encontrado huellas de pies humanoides de casi sesenta centímetros, así como herramientas y armas de gran tamaño como hachas, cuchillos, mazos con pesos entre 5 y 16 kilos cada uno, lo cual supone una gran talla y fortaleza para maniobrarlas.
El uso del carbono 14 ha permitido que se determine el tiempo de antigüedad de estas pinturas, así como restos óseos y herramientas, que al parecer tienen muchos miles de años más de antigüedad de los que se presumía que tenía la aparición del hombre en estos territorios