Agradar a los demás

Está claro que cualquier persona tiene que encontrar el equilibrio entre vivir en sociedad y en soledad. De nada sirve que te encierres en ti mismo porque tarde o temprano, tendrás que dar la cara para encontrarte con otro ser humano ya sea a través del amor, la amistad, la familia o también, por motivos de trabajo. Sin embargo, en esta balanza que se establece entre la vertiente individual y relacional del ser humano, es indispensable encontrar el equilibrio.

Pero siempre es más importante que intentes agradarte a ti mismo que a los demás. Se trata de vivir y de ser feliz de acuerdo a tus valores, a tus intereses, a tu sentido común… Pero en cambio, muchas personas viven únicamente pensando en agradar a los demás. Este gesto se muestra a través de diferentes comportamientos. Por ejemplo, cuando no das un paso importante por el miedo al que dirán. La realidad es que al compás de ese miedo, los años pasan de forma rápida. Y tu presente se escapa sin disfrutarlo de verdad. Si algo es importante para ti, hazlo. Aunque el precio que tengas que pagar sea alto.

Por otra parte, en el ámbito laboral, existen personas que también quieren agradar a toda costa. Son aquellas que arrastran un gran complejo de inseguridad y piden disculpas incluso, cuando no han cometido un error. Se comparan con los demás y tienden a idealizar los méritos ajenos por encima de los propios. Del mismo modo, algunas personas que todavía no han roto con el cordón umbilical, buscan agradar a su madre a toda costa.

Es normal querer mucho a una madre, sin embargo, también es básico entender que más allá del afecto inmenso, la vida de un hijo no es propiedad de sus progenitores. Y la personalidad no se hereda, es decir, cada ser humano construye su destino.

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