Cómo conseguir tus objetivos

En estos momentos en los que está cerca el final del año es usual que iniciemos un nuevo año con nuevos objetivos en mente para conseguir aquello que anhelamos. Sin embargo, la mayoría de las veces no llegamos ni al primer mes.


Si establecemos el resultado esperado para una meta u objetivo de forma concreta y específica, podremos conocer fácilmente si las acciones que emprendemos están orientadas o no a alcanzarlo. También podremos evaluar nuestro progreso hacia su consecución.



Existen siete condiciones básicas para que el resultado esperado de un objetivo esté bien construido.

1.-Que esté definido en forma positiva.
2.-Que sea específico y en un contexto concreto.
3.-Que sea realista y con un tamaño adecuado
4.-Que pueda comprobarse que se ha alcanzado de forma sensorial.
5.-Que dependa de la persona (esté bajo su control).
6.-Que se disponga de recursos abundantes
7.-Que sea ecológico. Es decir, que sea adecuado para la persona y su entorno.

Primero hay que definir el resultado esperado en forma positiva. Es decir, concretar lo que la persona quiere en vez de lo que la persona no quiere. Algunas personas se centran en lo que no desean, o sea, en aquello de lo que quieren alejarse. De esta forma, enfocan su atención en el problema y se mantienen en el estado actual. Marcarse objetivos negativos es como ir de compras de Navidad con una lista de lo que no quieres comprar.

Cuando se formula de forma positiva el resultado que queremos alcanzar, creamos en la mente una imagen de nuestro estado deseado y generamos una nueva dirección por la que caminar para alcanzarlo.

Pregunta clave: ¿Qué es lo que quieres?


Específico. Cuanto más concreto sea más fácil nos será alcanzarlo. Objetivos como: “Quiero sentirme mejor” o “Quiero ganar más dinero” tienen que ser concretados, son demasiado generales. Si quieres ser un maestro en el arte de formular objetivos concretos, te sugiero que acudas a los niños. Ellos los formulan a la perfección: ¡Quiero el helado de fresa!

Preguntas clave: ¿Qué es lo que quieres específicamente?
¿Cuánto tiempo necesitarás para alcanzarlo?
¿Cuándo lo quieres alcanzar?


Claro en cuanto al contexto en el que se espera alcanzar. Hay que establecer un marco concreto definiendo con quién, dónde y cuándo se espera alcanzar ese resultado.

Pregunta clave: ¿Cuándo, dónde y con quién lo alcanzaré?


Realista y con un tamaño adecuado. Esto no quiere decir que no podamos soñar. Si fuera así, muchos de los grandes inventos y descubrimientos no estarían al alcance en nuestros días. Ello, en cambio, no nos ha de impedir que seamos realistas en su diseño y tamaño.

Preguntas clave: ¿Tiene mi objetivo el tamaño adecuado?
Si es grande ¿qué pasos intermedios voy a realizar?
Si es pequeño y fácilmente alcanzable ¿Qué me va a reportar?


Fácilmente comprobable. Cuando conozcamos qué veremos, oiremos, nos diremos y sentiremos al haber alcanzado nuestro objetivo, tendremos una forma clara y sencilla de confirmar que lo hemos conseguido. Si marcamos hitos en el camino nos será más fácil mantenernos en él. Pueden ser nuestra guía y su ausencia puede significar nuestra ruina.

Hay dos tipos de evidencias o hitos: la evidencia del proceso y la señal final del objetivo.

Preguntas clave: ¿Cómo voy a saber que voy avanzando?
¿Qué haré de diferente si no voy en la dirección esperada?.
¿Cómo sabré que lo he conseguido? ¿Qué veré, oiré o sentiré cuando lo alcance?


Algo que dependa de uno mismo. Para alcanzar el objetivo eres TU quien tiene que actuar, no otra persona. Tienes que sentir la causa de tu vida, no el efecto. Para ello debe estar bajo nuestro control, de manera que podamos influir con nuestras acciones en alcanzarlo. ¿Cuál es la persona en este mundo sobre la cual uno tiene absoluto poder? ¡Uno mismo!

Preguntas clave: ¿Hasta qué punto controlas ese objetivo?
¿Qué harás para alcanzar ese objetivo?


Abundante en recursos. Robert Dilts suele comentar a menudo que lo que cambia no son las técnicas sino los recursos. Necesitas los recursos durante el viaje, no al final cuando hayas llegado. El objetivo puede parecer inmenso y lejano pero un pequeño recurso en el momento adecuado puede marcar una gran diferencia. Hay dos tipos de recursos: los que tienes y los que necesitas para alcanzar tu objetivo.

Preguntas clave: ¿Qué recursos voy a necesitar para alcanzar el objetivo?
¿De qué recursos dispongo ya?
¿Dónde encontraré los recursos que necesito? ¿Qué aprendizajes necesito desarrollar?


Y por último y no por ello menos importante, para conseguir que nuestros objetivos sean adecuados y el cambio esté bien orientado es importante que comprobemos qué influencia tendrá ese cambio en otras áreas de nuestra vida o en la de las personas que nos rodean. Es decir, que sea ecológico.

Preguntas clave: ¿Qué efectos positivos o negativos tendrá el cambio en mi y en las personas que me rodean?
¿Hay ventajas reales si alcanzo lo que deseo? ¿Hay algo que yo o los demás podamos perder?
¿Eses objetivo encaja adecuadamente con el resto de mi vida?
¿Qué sucederá si hago eso?
¿Qué sucederá si no lo hago?


Unos objetivos limitados dan lugar a una vida limitada. Por tanto, elevemos nuestras expectativas cuando fijemos nuestros objetivos. Planteémonos aquello que realmente deseamos alcanzar como si estuviéramos seguros de no fracasar.

Asumir la responsabilidad de lo que nos ocurre en la vida es el primer paso para desarrollar nuestro poder personal, que no es otra cosa que la capacidad de actuar de manera consecuente y constante en una determinada dirección. Tu poder personal depende de tu capacidad de tomar decisiones y de actuar a continuación.

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