Elogio de la Filosofía

Elogio de la Filosofía

Tal vez por la diafanidad y brillo del cielo griego, tal vez por la gracia serena y azul del Mar Egeo, en medio de tanta claridad, el griego antiguo quiso también ver claro; primero, la organización interna de la _physis_, esto es, de la naturaleza, ver con claridad la sustancia primordial, base y esencia de todas las otras; más tarde, percibir el sentido de la vida, de la acción moral, del destino del hombre, y abandonando los antiguos mitos y relegando a los dioses del Panteón, el griego dejó hacer a la razón lo suyo.

Pero esta geografía de claridades fue también el marco de una singular belleza dado que la Grecia clásica, con sensibilidad intelectual para los "por qué", no podía ser indiferente a la gracia de las formas, de allí que el pensamiento griego forme una imagen plástica del mundo, una visión estética de la vida, y el ideal de saber, de perseguir la verdad, es también de belleza: la verdad es belleza.

Este ambiente ejemplar de claridades y armonías engendra un fecundo y sustancioso período de tres siglos excepcionales que inaugura en Occidente un ejercicio mental, una disposición espiritual, un ejercicio de lo más humano del hombre que hemos de llamar —desde su bautismo ilustre por Pitágoras—: filosofía, amor al saber, una apertura atenta al ser una vez que es sustraída la mirada de lo cotidiano.

En esta encrucijada actual entre el animal y el dios en que se encuentra el hombre, la filosofía ilustra un acontecimiento singular del espíritu. No filosofa el animal que nada necesita más que su correlato biológico y sincrético, ni filosofa el dios que todo lo sabe. Solo el hombre hace filosofía y —como el enamorado— es el más pobre y el más rico de todos los seres, el más pobre porque sabe todo lo que le falta —la parte amada, la divinidad, el saber—; el más rico, por todo lo que posee —la plenitud y gloria del amor, la conciencia de lo que es y lo que le falta ser—.

La filosofía es, antes que nada, autoconciencia, espíritu que se sabe, que se mira, que se vuelve sobre sí. Es dolor y esperanza, una carga pesada, pero también es las alas que necesita el hombre para elevarse.


Fuente: http://www.superacion-personal.net/pa68.html