El no” se esconde en los obstáculos,
y en las crisis en las que sentimos miedo,
vive en las bocas de los otros
cuando ellos se atreven a opinar sobre nosotros.
Del “no” nacen la impotencia, la desesperación,
lo que está cerrado, lo que da vueltas sobre sí, lo que sentimos imposible.
A veces “NO” es la palabra perfecta
la única que puede ayudarnos a respirar cuando nos quitan el aire.
¡Y vean!…¡y sientan! cómo cuando alguien irrumpe en nosotros,
es la música más deliciosa, la más necesaria, la más pacífica.
Pero “NO” no es una palabra que habite en una geografía,
no tiene un espacio que podamos recorrer,
a veces ni siquiera es necesario, aunque a nosotros -claro- nos gusta apegarnos a él.
El “no” habita el corazón y está hecho sólo de pensamientos,
vive en quienes han sido maltratados,
en los que se sienten inseguros o tristes,
siembra el desasosiego en los que dudan.
El “no” suele desvanecerse cuando nos cubre la miel de la ternura,
ni siquiera se asoma cuando hay afecto y esperanza.
Si algunas veces nace un “no” que nos encierra,
la confianza podrá abrirnos de nuevo el cielo luminoso y abierto.
Fanny Libertun