Por: Dr. Ezequiel López Peralta
Una de las escenas más temidas de la vida de pareja es, sin dudas, la infidelidad. En ese momento, ya sea porque la descubrimos o quizás nuestra pareja nos hizo la “confesión”, nos inundan diferentes emociones: enojo, ira, angustia, sentimientos de culpa, desesperanza… y también tenemos una gran confusión, producto de distintos pensamientos que se nos vienen a nuestra mente: comparación con la “otra” o el “otro”, desilusión porque no esperábamos que esto ocurriese, búsqueda incesante de causas y explicaciones, y –quizás lo más complejo de resolver- la pérdida de confianza con el consiguiente temor a que las cosas se vuelvan a repetir.
En mi consulta como sexólogo y terapeuta de parejas, trabajo esta situación como si fuera un duelo: requiere ante todo de tiempo, y si ambas partes están de acuerdo en seguir adelante entonces vamos a pensar en un proceso personal acompañado de un nuevo “contrato” de relación. No hay “tips”, ni fórmulas mágicas para resolver el dolor, ni tampoco vuelta atrás cuando ya todo sucedió. Es necesario tener mucha paciencia, aceptar el dolor como parte del cambio, y pensar que quizás ese padecimiento pueda ser la herramienta para superarse y construir una relación mejor.
En este proceso, que sin dudas nos va a poner a prueba, debemos poner atención en no cometer ciertos errores frecuentes, por ejemplo:
• Juzgar a la pareja infiel. Cuando pasamos una primera etapa de dolor, enojo y resentimiento, es el momento de pensar que quizás tuvimos algo que ver en esa búsqueda externa que hizo nuestra pareja. Si pensamos en seguir juntos, analicemos desde un lugar de sinceridad cuales fueron las motivaciones y repartamos –hasta donde sea razonable- las responsabilidades.
• Generalizar las infidelidades. No son todas iguales, ya que –por ejemplo- no es lo mismo un hombre que se acostó con una mujer ocasionalmente en una noche de tragos, que quién se enamoró de otra persona y hasta tuvo un hijo con ella.
• Utilizar la infidelidad como herramienta de poder. Esto implicar castigar, someter y degradar a la pareja infiel, quien quizás producto de sus sentimientos de culpa acepta esa situación de manera crónica. Este será un círculo vicioso patológico, que solo se perpetuará sin hacer ningún aporte positivo.
Para ahorrar tiempo y sufrimiento, en muchos casos –especialmente cuando no existe una comunicación clara y precisa- es importante la ayuda de terapeutas de pareja.
Y recuerden: salir de esta situación es difícil, pero no imposible. Es uno de los tantos desafíos que una pareja estable puede tener a lo largo de su existencia.