Tema: Cuando es hora de dejarla marchar Lun Abr 07 2014, 21:06
Cuando es hora de dejarla marchar
Por lo que sea os habéis sentado en una cafetería y ella se presenta con mirada firme e impermeable a la compasión. Ella es tu novia. O lo era hasta antes de cruzar el umbral: “Lo he consultado mucho tiempo con la almohada y me he dado cuenta de que esto no tiene vuelta atrás, Ramiro”. Ya analizaremos más tarde si la decisión se debe a que tu nombre es un poco difícil de asimilar para un proyecto a largo plazo, si es que todas esas advertencias a la hora de subir la tapa del baño de verdad iban en serio o prefiere mucho más acostarse con el vecino del quinto, pero el caso es que no te está dejando ningún cabo suelto al que agarrarte y tu sentimiento de orfandad comienza a multiplicarse.
En ese momento, si es que la quieres y lo que está sucediendo no es un alivio buscado, pasarán por tu cabeza ideas tan absurdas como quién pagará la cuenta cuando marchéis: si te hace más viril, y por tanto mejor, indignarte, levantarte de la silla e irte de ahí ondeando tu flequillo al viento (un momento, ¿por qué llevas el flequillo tan largo?) o mejor esperar con cara de ciervo bizco a que suelte toda su retahíla, mostrarte comprensivo y hacerle creer desde la autopena que está dejando escapar a un buen hombre. Un buen hombre con nombre jodido. “Pero eso es culpa de mis padres, no mía, yo he hecho todo bien”, será otra de las inútiles nebulosas que ocupará tu cabeza mientras ella sigue parloteando reiterativamente acerca de lo duro que se le hace todo esto y de que la culpa es suya y no tuya.
Es una pena pensar que si hubieras sido mejor se habría quedado contigo, pero es lo que hay (da una bofetada al lector) ” Ahora nos trasladamos al futuro, no tanto como para veros proyectados en una reformada casa del centro con entrada vieja pero techos altos, bastante luz, aún más gatos y absolutamente ninguna persona a vuestro lado, pero sí media hora más tarde. El momento preciso en que ella se esfuma mientras la miras muy fijamente pensando que si se gira antes de cruzar la esquina existe aún una remota posibilidad de volver a estar BIEN. Pero te sigues llamando Ramiro, hace tres meses que no teníais sexo y el vecino del quinto de verdad está muy fuerte, así que termina de contemplar cómo desaparece decidida y apresurada, llama a tu amigo del alma y dile que te ayude a pasar el trago echando unos ídem.
Como es del alma y no de chichinabo, ese amigo tuyo dejará lo que esté haciendo y llegará en menos de media hora. Para ese momento una tormenta de sensaciones e ideas locas de esperanza habrán colonizado tus fantasías, lo que te habrá hecho fabular con puntos flacos en su tesis y posibilidades de reconquista. Y, oye, no te digo que no suceda a veces, pero si no llora motu proprio, no se ha ablandado con tu llanto y no se ha girado antes de girar la esquina, ni siquiera el “cada uno por su lado y dentro de cuatro o cinco meses ya veremos si hemos (ha) cambiado de opinión” ha de consolarte. De hecho, debe enfadarte su egoísmo. Porque eres un partidazo y no está 100% de acuerdo con que otra te engatuse durante el tiempo en que ella aprovecha para ver cuáles son sus oportunidades reales en un mercado sentimental (que ni de coña te incluye) o cuánto es capaz de aguantar con el vecino del quinto (que para tu desgracia se llama Johan, un nombre bastante guay), pero tampoco está dispuesta a apostar un poco más por lo (ex)vuestro.
Tu mejor amigo y los que vengan después a escuchar tu monólogo clónico te dirán que ella no te quería como tú a ella, que no te merecía, que nunca hacía nada por ti, que estaba empeñada en cambiarte y que “vales mucho, chaval”, mientras te dan palmadas en la espalda en la zona exacta donde ella te apuñaló.
Y duele. Duele porque la herida está ahí, no ha cicatrizado y a veces se te abre. Y duele también porque escuchas palabras feas contra ella cuando aún sigue en un pedestal. Todavía estás lejos de la etapa del odio (que llegará, no te preocupes) y no es lo que necesitas, pero, hey, ten en cuenta que es lo mismo que dijiste tú a los que te antecedieron en este proceso y que dirás a los que te sucedan iluminado por la voz de la experiencia.
Cuando por fin hayas terminado de preocupar mucho a tus amigos y familiares después de varias semanas sin dejar de llorar por las esquinas de tu casa mientras comías helados a lo Isabel Coixet (nota mental: apúntate al gimnasio), saldrás a las calles de tu ciudad con un bidón de queroseno y quemarás los bares hasta los cimientos sin dejar ajena a tu semilla a ninguna joven en edad de merecer. Es un proceso más autohiriente que satisfactorio pese a que te sientes alentado por una infalibilidad con la que nunca contaste antes. Si en el pasado llegaste a creer que con novia se ligaba más, no eres consciente de lo tanto más atractivo que resultas cuando todo te da igual. Sin embargo, antes de que todo deje de doler, y pese al mucho talento que has conocido en este tiempo, nadie ha sido capaz de dejar poso porque todas tienen su cara, culo y piernas (porque todas se transmutan en ella durante el coito). O peor aún, ninguna tiene su cara, culo y piernas. Este párrafo es que el que cuenta que muchos días, antes de dormirte, idearás frases enormemente grandilocuentes que pensarás en hacerle llegar por mail, carta postal o tarjeta que acompañe a un ramo de flores más grande del que jamás le compraste cuando estabais juntos, alguno de los cuales seguro acabas mandando por wasap sin respuesta por su parte o con una que te dejará peor.
Es posible que no la hayas olvidado ni la olvides nunca, pero, ¿y qué? ” Pensarás si deberías haber sido más conservador en tu entrega o si, por el contrario, habría sido mejor proponerle matrimonio a la mínima de cambio: las aguas pudiste hacerlas por cualquier flanco y por eso todo esto es tan frustrante. No lo sabe ni ella y las quedadas lastimosas que le propongas (a las que acudirá arrastrando los pies, si es que acude) no harán sino avivar en ti un sentimiento de incredulidad y en ella uno de paciencia infinita sumada al deseo de que te quieras un poco y dejes morir vuestro cada vez más débil nexo de una vez.
Ahora es cuando debes convencerte de que, en caso de que nunca te haya escrito a las 3 de la mañana diciendo que te echa de menos, todo lo que acabo de contarte hasta el momento es cierto como que el sol se pone por Occidente, así que, si cumples los síntomas, mejor respétate y da por fin un paso al frente. La oportunidad óptima para ello se presenta seis meses después de que cortarais en esta misma cafetería (le has propuesto el mismo sitio porque te parece que encierra algún tipo de estúpida épica), momento en que ella sigue tan convencida o más que antes de que lo vuestro fue bonito mientras duró (o quizá, ni eso). Es posible que no la hayas olvidado ni la olvides nunca, pero esa frialdad en su mirada te hace quererte un poco y pensar que mereces algo más, que si no te quiere, no hace falta prolongarlo más, que ya está bien, que la pena, como decían los Piratas, “dura tanto como quieras tú seguir llorando”, y que no necesitas física cuántica ni ouijas para entender que un día fue sí y a siguiente no. Como una tostada que se cae por el lado equivocado. Tampoco es mucho más difícil que eso.
Y de verdad que es ahí, medio año después de la primera hostia, y ya está bien, que la segunda duele menos porque tienes el corazón tan herido que se muestra incapaz de seguir bombeando en su nombre ni un mililitro más de sangre. Esa impotencia devendrá (el verbo, no el cantante) en un paradójico bálsamo que te permitirá decirle: “Buena suerte y hasta la vista”. Saldrás a la calle, mirarás al sol como en una canción de Facto Delafé (si es verano, es más posible que esta escena se parezca más a lo que cuento) y serás tú el que no mire atrás porque sencillamente no queda nada a lo que mirar. Porque la has dejado marchar en el preciso instante en que su pasividad te ha generado pereza, todo lo contrario que la sonrisa de esa camarera que, sin tú pedírselo, te ha puesto un azucarillo extra y a la que quizá pases a stalkear mañana.
PD: Aún así, por si nada de lo que te he dicho te ha convencido, embebo aquí este clip musical de La Buena Vida que lo explica mejor que cualquier palabra impresa.