Amarres de Amor con Magia Blanca
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 AL ENCUENTRO DE LA PAZ INTERNA

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Nemesis
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MensajeTema: AL ENCUENTRO DE LA PAZ INTERNA   AL ENCUENTRO DE LA PAZ INTERNA Icon_minitimeMiér Nov 12 2014, 21:25

AL ENCUENTRO DE LA PAZ INTERNA Triada-superior-cuaternario-inferior

Cuando, en esta vida, un aspirante espiritual descubre que puede mejorar moral y espiritualmente por medio de algo que “surge” en su destino, suele ocurrir que en lo primero que piensa es en cambiar su vida. Comienza a imaginar que sus relaciones familiares y sociales van a ser maravillosas, que el destino le traerá oportunidades de progreso, que las elevadas vibraciones de su aura atraerán la simpatía de los demás de forma magnética y otros hechos más. Pero este aspirante que desea tener resultados visibles externamente no es consciente de que los cambios que están sucediendo interna y, como efecto, externamente, se deben a que se ha hecho más consciente, es decir, actúa más tiempo consciente y voluntariamente que antes que se dejaba llevar por la mente, por los deseos y por las emociones. Si antes actuaba mecánica e instintivamente, ahora intenta estar presente, como consciencia, para observar lo que ocurre en sus cuerpos y así usar la voluntad para su propio desarrollo; por consiguiente, se hace un observador de sí mismo.
Con el paso de los años, y si este aspirante persiste en esa acción, comprobará que el “truco” está en interiorizarse (en vez de querer cambiar las cosas de fuera) en ser una consciencia siempre en el presente y no en el pasado ni en el futuro, ocurriendo entonces que ni la mente está tan activa ni él se deja dominar tanto por los sentimientos y deseos. Esto significa que se está dando pie a que haya espacios de silencio mental entre unos pensamientos y otros (cuando nos observamos internamente y cuando estamos en el aquí y ahora como consciencia) pero también se está dejando de calificar y juzgar porque no se pone tanto interés en recordar algo que ha pasado o en pensar en hechos futuros. En definitiva, el ser se complace en vivir internamente y no en perder el tiempo en cosas y hechos que, además de no servir para nada, le hacen sufrir y perder la paz y el control de sus cuerpos sutiles. Cuando cualquiera de nosotros, como aspirantes, descubre esta nueva manera de actuar y la lleva a la práctica, percibe algo en su interior que hace que se sienta satisfecho con todo lo que hace puesto que actúa con su mejor voluntad y como “presencia consciente” en cada momento. Esto, a su vez, desarrolla un cambio interno que se refleja en lo externo hasta el punto de que las personas con las que tratamos lo perciben, siendo, por tanto, las relaciones más autenticas y profundas gracias a la paz interna alcanzada.
Sabemos que hay maldad en el mundo, y eso es un gran inconveniente para el progreso de la humanidad, sin embargo, no solemos darnos cuenta de que el mayor inconveniente está dentro, y no fuera, de nosotros. Podríamos decir que vemos lo que pensamos y lo que somos puesto que lo externo está unido a lo interno por medio de la consciencia y de los sentidos. Son los sentidos (en cada presente o ahora) los que crean o presentan lo que vemos y con lo que nos relacionamos a la consciencia, otra cosa es que nosotros en ese momento estemos presente o, por el contrario, estemos dominados por otros aspectos de la personalidad (deseos, hechos pasados, malos pensamientos, etc.) Según lo que nos llegue del exterior puede generar diferentes reacciones en lo interior, bien sean buenas (amor, altruismo, cariño, amistad, etc.) o bien sean malas (envidia, resentimiento, crítica, odio, etc.) pero, tanto si genera felicidad como si genera sufrimiento, no cabe la menor duda que es un reflejo de lo que llevamos dentro; por tanto y como ejemplo, en este caso, estaríamos vibrando en sintonía con lo que estamos viendo o viviendo. Y mientras sigamos manteniendo esa vibración y no la reconozcamos y transformemos, seguirémos formando parte de ese mal externo. De aquí la necesidad de actuar en consciencia en cada segundo para poder observarnos, transformarnos y ayudar a cambiar el mundo puesto que el mundo es un reflejo del estado de conciencia que tenemos.
Cuando observamos y vemos el mundo como un espejo donde se refleja lo que somos internamente y como consciencias, nos podemos dar cuenta de que el miedo, las inquietudes y todo lo que sentimos respecto al mundo es lo que llevamos con nosotros y lo que somos. Cuando vemos la negatividad del mundo que nos rodea y nos auto-observamos interiormente como consciencias para ver las nuestras y así poder transformarlas, podemos comprobar que nacen nuevos y más elevados sentimientos. Así vamos ascendiendo en consciencia, así elevamos nuestra escala de valores, y así conseguimos ser nosotros mismos como Yoes superiores los que actuamos en cada momento presente. Esto, además de hacernos progresar más rápidamente, nos ayuda a eliminar nuestro karma de una manera calmada y comprensiva y nos inclina a transformar la negatividad del mundo.
Un ejemplo de esto lo podemos ver cuando llevamos a la práctica las palabras de Cristo respecto a amar a nuestros enemigos, es decir, cuando nos imaginamos dando amor a alguien que odiamos, cuando le enviamos amor voluntaria y conscientemente o cuando le tratamos con amor, entonces, el odio desaparece y el enemigo también. Esto es lo que podríamos llamar “liberación” porque cuando nos liberamos de esta forma de toda la negatividad que tenemos internamente, comenzamos a ver el mundo de otra manera. Cuando vemos el mundo y actuamos en él dejándonos llevar por los sentidos, los deseos, las emociones y la mente incontrolada, en realidad estamos actuando desde la inconsciencia, solo siendo nosotros mismos (como consciencias en cada aquí y ahora) podemos ser conscientes de nuestra actuación interna y externa y así alcanzar ese mundo que verdaderamente deseamos.
Cuando vivimos (como la mayoría de las personas) “en” y “viendo” el mundo a través de los sentidos, de los deseos, de las emociones y de la mente, actuamos casi como autómatas identificados con las formas y con ese mundo dual e ilusorio que existe fuera de nosotros. Aclarémoslo, cuando el cuerpo físico muere los sentidos mueren pero nos quedan los sentimientos y la memoria de lo que ha sido el mundo físico, pero los sentimientos cambian según nuestra voluntad y uso de la mente, luego entonces y al igual que los sentidos estos también desaparecen. La mente la podemos dominar y usar o no dependiendo de nuestra voluntad, por tanto y sabiendo que podemos ser conscientes de todo ello, podemos comprender que la mente también desaparece y que está por debajo de la voluntad y de la conciencia. Así es que, lo mismo que ocurre al cabo de ciertos años después de la muerte, desaparecen todos esos aspectos personales y se queda solo la conciencia (ya no existe el mundo ni el cuerpo físico ni los deseos, ni los sentimientos ni los pensamientos) Así mismo podemos hacer en cada ahora o presente para ser conscientes de ese momento y circunstancias y de nada más (sin actuar según nuestro pasado, costumbres y automatismo)

Francisco Nieto
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MensajeTema: Re: AL ENCUENTRO DE LA PAZ INTERNA   AL ENCUENTRO DE LA PAZ INTERNA Icon_minitimeMiér Nov 12 2014, 21:27

AL ENCUENTRO DE LA PAZ INTERNA (y II)

AL ENCUENTRO DE LA PAZ INTERNA Espacio4

El ser humano siempre está buscando la felicidad y el bienestar a la vez que huye y detesta los problemas, miedos y tristezas que lleva dentro, y no se da cuenta de que la felicidad hay que encontrarla donde está el problema, o sea, dentro. Por mucho que queramos distraernos con todo lo que se nos ocurra, solo conseguiremos aplazar por un corto tiempo el sufrimiento de los problemas porque éstos siguen dentro, sólo cuando se observan y se aceptan sin meterse en ellos es cuando se transforman en felicidad. Por ejemplo, podemos tener un problema serio en el trabajo pero (aun estando en casa tranquilamente) cuanto más pensemos en él más preocupación, agobio o tristeza nos causará. Sin embargo, si lo traemos desde la memoria y lo observamos imparcialmente y sin emitir juicio ni entrar en él para nada, lo estaremos haciendo frente sin crear nada negativo en nuestro interior y, por tanto, estaremos dando pie a que la influencia benéfica del Alma o Yo superior nos llegue.
Esto es una forma de meditar, hay quien medita para buscar un cierto estado de felicidad para luego quedarse en él todo el tiempo que pueda. Pero eso no soluciona los problemas a no ser que se transformen y solucionen en sentido de la forma, o bien que se observen atentamente para luego dejarles marchar y así hasta que desaparecen como influencias negativas, esto es, desde la posición del verdadero Yo u observador de la mente. En esta clase de meditación no es necesario hacer nada (posturas, respiraciones, etc.) es más, es necesario “dejar de hacer” para estar atentos a lo que hay en la mente, porque si prestamos atención a otras cosas no actuaremos como observadores del problema sino que estaremos centrado en otras cosas del mundo físico en vez de estar en el estado de conciencia del Yo. Es necesario comprender que el hecho de observar atentamente es tener la consciencia en lo observado, es decir, es abrir la puerta al Alma para que actúe sobre la personalidad y sus quehaceres pero sin involucrarse.
Naturalmente que, si tenemos que resolver un asunto, lo tenemos que hacer con nuestra voluntad y nuestra mente, pero no es lo mismo actuar como normalmente lo hacemos (por instinto, de forma automática o por costumbre) que hacerlo desde la posición de observador o conciencia donde está la buena voluntad y la paz interna. Esta práctica de “no hacer” y de observar atentamente nos lleva a descubrir progresivamente lo que verdaderamente somos, un ser libre de todos los problemas del mundo y de todo el sufrimiento que eso conlleva, y una persona cuya forma de vida es diferente de la mayoría de los que le rodean. Es más, cuando nos parece difícil estar en paz es bueno dejar todo y interiorizarse como observadores del cuerpo físico hasta que la paz del observador anule el problema de la personalidad. Esto es una manera de observar el hecho, de estar vivo (sentir la vida que habita en el cuerpo) de “Ser”, o de “estar sin hacer”, lo que nos lleva a no percibir el tiempo como tal y a una elevación del estado de conciencia.
No hay persona que no esté deseosa de liberarse del peso de muchas cosas de su vida o incluso de la vida misma, otros se conformarían con liberarse de la actividad mental incontrolada, de las emociones o de los deseos que les dominan pero, de una forma u otra, todos vamos dejando el esfuerzo para otro momento futuro. Cuando, como conciencia, estamos “fuera de este mundo” aun siendo de él, podemos observar todos esos cuerpos y aspectos internos de la personalidad como algo muy lejano (por no decir ajeno) a nosotros. Esa “observación atenta” como consciencia, por encima de la personalidad en cada segundo o momento presente, es lo que se convierte en paz, tranquilidad y silencio; solo es necesario que ese tumulto de emociones y pensamiento sean libres mientras se está en el silencio interno. La actividad y sufrimiento causado por la mente, las emociones y los deseos; la memoria del pasado o proyectos de futuro; la negatividad en todas sus formas, etc., son formas temporales y superficiales que terminan por desintegrarse. Es más, cualquier forma o sufrimiento que es acogido y observado como hemos dicho, se transforma en paz y en felicidad.
La aspiración interna del ser humano es que se acaben los conflictos internos duales y los problemas con el entorno y con el mundo incluso instintiva o inconscientemente. Estamos deseosos por regresar a nuestro hogar como Espíritus, deseosos de elevar nuestra conciencia, de acabar con la esclavitud de la mente, de los deseos y de todo lo que nos hace sufrir. Cuando actuamos desde el “recuerdo de sí”, desde la conciencia que actúa como observador que no enjuicia ni critica, la mente se queda inactiva y surge la paz y la calma a la vez que el espacio-tiempo parece que se expande. Esta es la meta más próxima que el común de la humanidad puede alcanzar y que algunos llaman “iluminación”. Cuando no se está identificado con la mente ni con esa idea que de nosotros tenemos como personalidad pero se está totalmente consciente, podemos vivir por unos instantes en ese estado del Ser y sentirnos totalmente libres y vivos. Este nivel de conciencia no está fuera de nosotros ni hay que buscarlo por ahí, lo tenemos dentro y no es otra cosa que “eso que percibe y que observa” como conciencia en cada aquí y ahora.
Por consiguiente, se trata de permanecer atentos a ese punto de donde nace la percepción y la observación pero sin distraerse con el objeto que se percibe puesto que ese objeto o forma es temporal ydel mundo físico. Se puede vivir en el mundo pero si lo hacemos desde el estado de conciencia del Ser o Yo superior actuando, pensando y sintiendo desde ese estado iremos dejando paso a la conciencia para hacernos uno con ella a la vez que abandonamos a la personalidad. La meta a alcanzar por el verdadero aspirante espiritual es separar la conciencia de los pensamientos para trabajar desde la conciencia de manera tal que los pensamientos y la mente ya no dirijan su vida. El hecho de conseguir que la mente esté al servicio de la conciencia trae consigo la disolución de la personalidad y de la idea que se tiene de sí mismo.
La mente, los pensamientos, las emociones, las normas, las costumbres, las opiniones, etc. son formas y pertenecen al mundo de la forma y de la personalidad, pero quien alcanza el nivel de conciencia del que hablamos, honra, respeta, cuida y vive en la forma sin identificarse con ella. Estas personas así elevadas disfrutan de la verdadera naturaleza del Ser y actúan conscientemente según sus ideales y sus objetivos en la vida; ellos hablan al Alma de cada uno y no a la personalidad ni a la mente; no suelen dar información sino que intentan que nos alejemos de ella y de los hábitos (entre otras cosas) para que miremos dentro de cada uno; y intentan que estemos en el presente o ahora. Los mismo que el ruido mundano nos impulsa a buscar el aislamiento para vivir en la tranquilidad, así las negatividades que afectan a nuestros cuerpos sutiles creando emociones y pensamientos incontrolados y perjudiciales para el aspirante espiritual, nos impulsan a encontrar la paz y la felicidad interna; hecho que solo se consigue cuando actuamos como conciencia u observadores del aquí y ahora.

Francisco Nieto
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