Amarres de Amor con Magia Blanca
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 Mandragora

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Nemesis
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MensajeTema: Mandragora   Mandragora Icon_minitimeLun Nov 29 2010, 19:02

La mandrágora era considerada una planta mágica. Para algunos una planta divina, para otros una planta del mismo diablo, una planta de brujas.

Para los egipcios era una planta sagrada que proporcionaba longevidad y vitalidad, propiedades muy parecidas al ginseng de oriente.

A la mandrágora se la representaba muchas veces con forma humana, como un pequeño hombre, ya que en la edad media se decía que al cabo de una semana de plantar la raíz de esta planta, tomaba la forma humana y después de 33 días (número mágico y simbólico), la raíz se convertía en un pequeño hombre, con consciencia, vitalidad e incluso podía hablar.

Pero no solo en la edad media y en Egipto se creía que la mandrágora era mágica, pues también se le atribuían poderes para los griegos y los romanos.

Esta planta mágica tenía las siguientes supuestas propiedades:

- Proporcionaba vitalidad
- Curaba la esterilidad
- Servía para curar enfermedades oculares.
- Facilitaba los partos
- Mejoraba la circulación
- Mezclada con otros ingredientes servía como anestesia o somnífero.

Con estas supuestas propiedades, la mandrágora, mejor dicho, su raíz, en forma de hombre, era una planta muy utilizada por brujas y brujos en la antigüedad.
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MensajeTema: Re: Mandragora   Mandragora Icon_minitimeLun Nov 29 2010, 19:28

La Mandrágora (Mandrágora Officinarum), cuyo nombre proviene del latín "mandragora" y del griego "mandragóras" (dañino para el ganado), es una planta mágica por excelencia, que no se utiliza en medicina popular, debido al peligro que entrañan sus componentes. Conocida por los nombres vulgares de Berenjenilla o Uva de Moro (Atropa Mandrágora), también conocida como manzana de Satán, manzana del amor o planta de Circe. Está considerada como psicotropica y pertenece a la familia de las solanáceas. Muestra una raíz gruesa, larga y blanquecina, de caprichosas formas; pues en muchas ocasiones, esta asemeja la figura humana.

Propia de los países mediterráneos y templados en general. Se encuentra en el sur de la península Ibérica, en el área que abarca de Jaén a Málaga, y del Algarbe a la cuenca inferior del Tajo. El norte de África y Asia occidental. Aunque la verdadera Mandrágora, la de los magos, sólo crece en abundancia en el Himalaya, sobre todo el Tíbet, donde los sacerdotes la cultivan. Crece en bosques sombríos, a orillas de las corrientes y sitios misteriosos en los que jamás penetra el Sol.

Sus hojas son grandes, ovales, enteras; sinuosas en el borde y agrupadas en la roseta basal, rodeando en círculo la raíz. Vistas desde arriba, recuerdan las hojas de la acelga, aunque de un verde más oscuro. Siendo sus flores de color púrpura, su fruta es color



naranja semejante a una pequeña manzana, y produce un olor desagradable igual que toda la planta. Las principales virtudes de la mandrágora se deben a la mandragorina, un complejo alcaloideo compuesto por hiosciamina, escopolamina, pseudohiosciamina, escopoletina, atropina, ácido atropico, etc...

El conocimiento de las virtudes mágico-curativas de esta misteriosa planta, se remonta a tiempos muy lejanos. Josefus, Buda, Confucio y Mahoma, la mencionaban. Uno de los primeros ejemplos del uso de la también denominada “Mandrácula”, lo encontramos en los egipcios, exactamente en el Papiro de Ebers, escrito 1500 antes de Jesús. En este papiro el uso de la Mandrágora figura como excitante sexual. Se la designa como "dujajim" (el fruto que excita el amor). En la estatua funeraria de Ja, podemos apreciar que su silla lleva por decoración Mandrágoras, en la tumba de Nakht vemos cestas llenas del fruto pestilente de la Mandrágora y así una sucesión de muchos notables nombres, como en la tumba de Nebamon, en la de Ramose, la tumba de Menna, en la tumba de Nakht, tumba de Nebamon, también en la tumba de los escultores de Amenofis III. Quizá la mas conocida sea la de la momia de Tutankamón 1350 años a.C. exactamente en el tercer ataúd, nos topamos con un curioso collar con seis vueltas y formado con once raíces, las cuales dotarían al faraón de una indudable capacidad sexual.

Algunos entendidos en el arte egipcio del siglo XIV a.C. manifiestan una clara aportación de los efectos psicoactivos de la Mandrágora en el arte y un acercamiento al mundo osiríaco durante los funerales. Se cree que la introducción de esta planta en el Antiguo Egipto, pudo ser debida a las búsquedas de nuevas sustancias psicoactivas, que fuesen mas potentes que otras que ya se utilizaban en aquella época, como el nenúfar. Pero la alta toxicidad de la Mandrágora, origino muchas intoxicaciones las cuales se paliaban con Opio. A veces se llagaba a la muerte por sobredosis de Mandrágora, pese a la regulación de las dosis efectuadas por los médicos. Pese a todo esto, se convirtió en la droga por excelencia, gracias a su realismo en cuanto a las alucinaciones se refiere.



Los druidas antiguos llamaban a esta hierba curadora total. Teofrasto Paracelso la llama Simili – Homo y Eldal, árbol de cara de hombre, y las tradiciones populares, hombrecillo plantado.... Cuando la arrancaban de la tierra, decían que el hombrecillo encerrado en ella exhalaba ayes lastimeros y gemidos agudos.

Se supone que los gemidos que emitía la planta eran capaces de matar a quien los escuchara, por lo que en la Edad Media se ataba a un perro hambriento al cuello de la raíz, ponían fuera de su alcance un pedazo de carne y se alejaban a todo correr. Cuando el can, tirando de la cuerda, arrancaba la mandrágora, él era quien oía el grito que daba la muerte.

Era menester cogerla bajo una horca, observando ritos particulares, y solamente en determinadas condiciones disfrutaba de todas sus propiedades. También era recogida el primer día de la Luna Nueva.

Según Paul Sedir, Teofrasto aconsejaba trazar tres círculos con una espada en torno a la planta y arrancarla mirando al Oriente. No se había de cortar con cuchillos, tijeras ni ningún instrumento de hierro o acero. Entraba en la composición de los Filtros, de los maleficios y en diferentes recetas de los hechiceros, puesto que su extracción se consideraba peligrosa. Hay una variedad de Mandrágora llamada Hembra, que se distingue por sus hojas pequeñas, por sus flores púrpuras y su fruto largo. Una obra de la Edad Media distingue esta variedad, en forma de un Hombre y una Mujer, Adán y Eva, en el Paraíso Terrenal.

Las aplicaciones de la mandrágora son muchas. El cocimiento de esta planta en vino, dio origen al mandragorito; vino que tiene propiedades narcóticas. Dioscórides, en “Materia médica”, dice sobre las propiedades curativas de la mandrágora: “Algunos cuecen las raíces en vino y lo guardan para dar un ciato a quienes no pueden dormir o padecen algún dolor. Y a los que quieren cortar o cauterizar, para que no sientan el tormento. Si se toman de este licor dos óbolos con clarea, purgan por arriba la flema y la melancolía, como el eléboro. Pero si se bebe en mayor cantidad, es mortífero. Mezclase en las medicinas para los ojos, y en las que mitigan el dolor. Metido así por dentro de la natura de la mujer, en cantidad de medio óbolo, atrae el menstruo y el parto...”

Se dice de la mandrágora que es un potente afrodisíaco, y colocada bajo la almohada hará que un amante indiferente sea tierno y apasionado. También tiene la reputación de dar gran potencia sexual a su dueño. Se debe empapar en vino blanco cada viernes y ser guardada cuidadosamente envuelta en una tela de seda roja. Si se le cuida con esmero se dice que dobla la cantidad del dinero qué se le deja a su lado raíces de mandrágora se pueden comprar en determinados herboristas pero, normalmente, a precios desorbitados.

Pero la Magia blanca obtiene aún mayor resultado para curar todas las enfermedades de los órganos sexuales, los riñones y, sobre todo, es el remedio por excelencia contra los males del bazo (el bazo tiene gran importancia astral). Usándose una cantidad pequeñísima de la raíz para el efecto astral.

Antiguos documentos describen a la mandrágora como una planta que: "adormece el primer día y vuelve loco el segundo". La Mandrágora officinarum o Atropa mandrágora es notable por la influencia que ejerció en Europa durante el medioevo. Los campesinos de aquellos tiempos le tenían horror porque creían que poseía ciertas características humanas. En los textos de magia se habla de ella con verdadero culto. Contribuyeron mucho a la celebridad de esta planta los charlatanes que vendían su raíz a altísimos precios, gracias a las cualidades que le atribuían.

Se sabe que la mandrágora se administra en forma oral. Como contiene principalmente atropina, se comporta de manera similar a la belladona: en dosis bajas bloquea los receptores de la acetilcolina deprimiendo los impulsos de las terminales nerviosas; mientras que en dosis elevadas, provoca una estimulación antes de la depresión. En la medicina antigua las hojas de mandrágora hervidas en leche se aplicaban a las úlceras; la raíz fresca se usaba como purgante; y macerada y mezclada con alcohol se administraba oralmente para producir sueño o analgesia en dolores reumáticos, ataques convulsivos e incluso de melancolía. En tiempos de Plinio se empleaba como anestésico dándole al paciente un pedazo de raíz para que la comiera antes de realizar una operación. Su uso en pequeñas cantidades era seguro, mientras que en dosis mayores provocaba delirios y locura o muerte por intoxicación.

Se supone que Julieta empleó un elixir preparado con mandrágora para fingir su muerte, mientras que Romeo se envenenó con acónito. En vista de que su raíz suele bifurcase, eso ha hecho que a la mandrágora se le compare con un cuerpo humano.

Un médico francés llamado Laurent Catelan aseguraba que «la mandrágora procede del esperma de un hombre, que en la germinación de esta planta hace el oficio y el efecto del grano», esperma preferentemente "de hombres colgados de la horca o aplastados por las ruedas... licuándose y vertiéndose con la grasa, cayendo gota a gota en tierra (que, sin duda, por la frecuencia de los cadáveres colgados, debe de estar feraz y untuosa como la de un cementerio)."

En su Herbarium, Apuleius prescribe "para la idiotez, que es enfermedad del diablo o posesión demoníaca, tomar del cuerpo de la planta llamada mandrágora el peso de tres peniques, administrarla para beber en agua caliente... el enfermo pronto se curará."
Las creencias más arraigadas durante esta época consideran también que la mandrágora elimina la esterilidad; de hecho la referencia mas antigua que figura se encuentra en el Génesis. (Génesis XXX.14-16).

Todas las supersticiones sobre la mandrágora llegaron a Europa a través de Oriente, unas con la magia árabe, otras con la judía, porque en este país la mandrágora adquirió y todavía tiene incontables virtudes sobrenaturales. En la península Ibérica la mandrágora, como en el resto de Occidente y Oriente, gozó de grandes beneficios mágicos. Según la leyenda, de los Tentirujos o diablillos tentadores de Cantabria; espíritus incorpóreos que habitaban los bosques, utilizaban la raíz de mandrágora para conseguir los favores de las jóvenes del lugar.

Los hebreos llamaron a la mandrágora “jabora” y le atribuían también virtudes mágicas, principalmente para concebir hijos. En contrapartida los árabes despreciaron a la mandrágora por tenerla como una planta peligrosa.

La mandrágora se consideró en todos los tiempos un excelente condensador de las energías cósmicas. Para Kroeber la mandrágora es el verdadero "alraum" o "alruna"; es decir, la verdadera raíz antropomorfa a la cual la tradición popular atribuía numerosos poderes mágicos. No puede obviarse que en Alemania, desde los tiempos de los godos, la voz "alruna" designa a la “bruja” y a la raíz de la mandrágora.

No solo en Alemania, también en otros países de Centro Europa, la mandrágora se consideró una hechicera convertida en planta. En el medievo europeo, la mandrágora
formó parte de un ungüento de brujas, que les permitia volar a los aquelarres.

En Francia, por ejemplo se cree en la existencia de un hada llamada “Mandaglorie” o “Maglore”, capaz de procurar grandes riquezas a quienes cuidan de la planta. En otros países existieron los “Mandrágoros” o diablos familiares, que bajo la apariencia de hombrecillos negros sin barba y cabellos esparcidos, procuraban toda suerte de travesuras a las amas de casa.

Elena Petrovna Blavatsky (1831-1891), teósofa rusa que asimiló los elementos del hinduismo a las doctrinas del ocultismo occidental, la cábala y el espiritismo, en su obra “Glosario teosófico”, dice de la mandrágora: “La raíz de esta planta tiene forma humana. En ocultismo la utilizan los magos negros para diversos fines malvados, y algunos ocultistas de la mano izquierda, hacen homúnculos con ella .....”.

Su Elemento es el fuego; y su planeta regente, Mercurio.

En el siglo XVIII la mística y magia de la mandrágora cayeron en desuso, tomando las riendas del pensamiento, la ciencia empírica y el racionalismo. Hoy en día la mandrágora es difícil de encontrar en herbolarios, y ha quedado en el olvido. Sólo en la magia china tiene todavía aplicaciones.





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MensajeTema: Re: Mandragora   Mandragora Icon_minitimeSáb Dic 22 2012, 22:00

En los textos de magia se habla de ella con verdadero culto. Posiblemente se utilizaba ó utiliza en los rituales de magia, por la forma que tiene su raí­z.

La Mandrágora (Mandragora officinarum) se encuentra entre las plantas mágicas más conocidas y utilizadas en Occidente. Pertenece a la familia de las Solanáceas, y su raí­z, de forma vagamente similar a la humana, le dio la fama de planta mágica desde Grecia antigua.

Los testimonios sobre la mandrágora y su uso medicamentoso son comunes a lo largo de la historia de las hierbas, en la mayor parte de los casos concuerdan con la capacidad de la planta para generar un sueño profundo y reparador, así­ sea que simplemente se coloque la raí­z de la planta en el cuarto donde duerme el paciente, o que sea mezclada con la comida o cocida en vino. Otra caracterí­stica es la de fungir como afrodisí­aco en el sentido de estimulante sexual posterior a su ingesta, así­ como amuleto para la buena suerte en los asuntos de amor; en este caso la raí­z debe ser cortada de una manera especí­fica.

En el Antiguo Testamento se alude a sus poderes extraordinarios: Raquel, que era estéril, fue madre después de tomar una infusión de mandrágora, y la misma receta fue difundida en la Italia medieval y renacentista. Según la tradición rabí­nica, la mandrágora crecí­a al pie del árbol del Edén y, en opinión de Lorenzo Catelán (1568-1674), la raí­z de mandrágora no es otra cosa que esperma viril.

Según algunas tradiciones la mandrágora nace en los cementerios, a los pies de los patí­bulos y principalmente de la orina o esperma que un ahorcado emite en el momento de la agoní­a, por lo que habrí­a que buscarla en los lugares donde han ocurrido estos suplicios. También se pensaba que por su particular parecido a la forma humana, la planta estaba a merced del demonio, por lo que era necesario rezar antes de consumirla.

La tradición mágica occidental abunda en citas acerca del poder y el uso de la mandrágora. Plinio, es el primero en tratar oficialmente su carácter antropomorfo y a categorizarla en femenina (negra) y masculina (blanca). Desde Galeno hasta Lucio Apuleio, durante todo el perí­odo Romano se encuentran referencias en relación a las cualidades de la planta. En el siglo XII Michele Scotto aconseja una mezcla de opio, mandrágora y beleño en partes iguales para utilizar como anestésico durante las amputaciones o las incisiones. Hay toda una discusión acerca de su carácter narcótico. En Europa Occidental, durante la época de la inquisición se prohibió cualquier práctica de tipo mágico y la planta-hombre se convirtió en patrimonio de las brujas y de la magia negra, conservando sus caracterí­sticas mágicas a un nivel popular.

Los jueces que juzgaron a Juana de Arco la acusaron de llevar oculta en la ropa una raí­z de mandrágora, de la cual obtení­a su maravilloso poder de adivinación y su don de mando. Las voces que oí­a la Doncella eran proferidas, según ellos, por la mandrágora. El jesuita Martí­n del Rí­o eminente demonólogo, habí­a descrito en 1429 los maravillosos poderes de esta raí­z y dijo que, en cierta ocasión, halló entre las pertenencias de un hombre sospechoso de practicar la brujerí­a un libro de fórmulas mágicas y una mandrágora que lanzó al fuego ante la mirada aterrorizada de los presentes, seguros de que no tardarí­a en producirse una tragedia.

Durante la Edad Media se la consideró el mejor de los medicamentos. Se aplicaba en forma de cataplasma o se tomaba en caldo, o se hací­a que el enfermo la sostuviera con la mano derecha. Curaba la languidez, la jaqueca y los dolores de cuello. Hildegard de Bigen detalló sus virtudes en el siglo XII : tomada con vino, la mandrágora ahuyenta la melancolí­a del alma y reanima a quien sufre náuseas. Y Pierus Valerian, nacido en 1477, decí­a que esta raí­z humana da un humo al arder cuya fuerza está entre el veneno y el sueño.

Se decí­a que sus virtudes maravillosas procedí­an del hecho de ser el producto vivo de donde salió Adán, el primer elemento vital de la humanidad, de los animales y las plantas. Viejas leyendas afirman que son precisas ciertas precauciones para recoger la mandrágora en la tierra: escoger el dí­a propicio, que podí­a ser el viernes, o dí­a de Venus, o en el sabbat, es decir, el sábado. Unos aconsejaban la oscuridad de la noche y otros el alba. Otros más, los primeros dí­as de septiembre.

Planta sagrada a Hécate, diosa de las encrucijadas, de la noche y de la luna, la mandrágora cura la epilepsia y ahuyenta a los demonios. La mandrágora es una planta ambivalente, siempre tuvo una doble identidad: en el hombre esta raí­z cura el cuerpo y el alma pero al mismo tiempo puede llevarlo a la perdición. Ella otorga un sueño reparador pero también provoca la locura. Puede matar sin piedad pero es un remedio contra el veneno de las serpientes. Es un anestésico que permite realizar intervenciones quirúrgicas pero puede provocar alucinaciones terribles. Es sí­mbolo de la incertidumbre y de la ambiguedad.
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