Reflexion.

Cuando crees que ya lo has dado todo, que estás vacía y ya no queda ni una gota de amor hacia los demás, la vida te despierta. Aparece algo o alguien que te dice "estoy aquí". A veces cuando menos esperamos lo bueno es cuando precisamente sucede. Nos toma por sorpresa, y, quizá sea esa la felicidad de la vida, esas cosas que nos toman por sorpresa cambiando todos los conceptos.


En la vida se pueden tener los ojos tan cerrados que no se ve lo más evidente. Es como si plantaras la semilla de una rosa sin darte cuenta de que aunque tu no la riegues, la lluvia, siempre podrá hacer que crezca una linda rosa. Así pasa con el amor. Cuando estás dolida no lo ves, lo piensas negado para ti, incapaz de darlo, te escondes en un caparazón convirtiéndote en la persona que tan solo escucha, ve y calla. Pero dicen que ni tan siquiera las tumbas están calladas para toda la vida. El corazón tampoco.


El corazón, qué poco se habla de él y cuánta importancia tiene en nuestra vida. Lo que no nace de él, no tiene sentido. Parece muy radical esta sentencia, pero es así. Le tratamos muy mal, le negamos amar cuando es lo que mejor sabe hacer, le negamos hablar cuando le es imposible callar y lo llamamos órgano restándole importancia. Ay el corazón, cuántas sorpresas nos da día a día.

Quizá me llamen loca pero a veces le pido perdón a mi corazón, sí, a él. Le pido perdón por no haberle dejado hablar cuando quería hacerlo, por no pegar sus pedacitos rotos con cuidado, dejando a veces heridas que hoy ya están curadas, por haberle dejado atrás como si se tratara de un viejo vestido que ya no quieres usar. Pero también le doy las gracias... le agradezco que aún en mi olvido latiera, que me gritara aunque yo lo ignorase y que un día, aún sin yo dejarle, abriera nuevamente sus puertas. No en vano alguien dijo un día que las palabras que más importancia tendrían en la vida, serían "perdón" y "gracias".

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un beso y una linda sonrisa