¿Por qué dejamos todo para después?

¿Pereza, miedo de no conseguir hacer como debería ser hecho, mala costumbre? El motivo tal vez sea lo que menos importa. Pero el hecho es que, por causa de esta manía de dejar todo para después, muchas personas han amargado una sensación terrible de que la vida pasó y ¡ellas simplemente perdieran el tren!

Claro que, una o otra vez, desafiar el viejo dicho popular que nos reclama por dejar para mañana lo que podemos hacer hoy no es sinónimo de fracaso o catástrofe. Sin embargo, si tu lema ya se volvió el provocante, por qué hacer hoy lo que podemos dejar para mañana, ¡cuidado! ¡Puedes estar ocupando el lugar de tu propio enemigo!

La vida no para hasta que tú te sientas listo. Eres tú el que tendrá que aprovechar el ritmo para preparase. El tic tac del reloj puede ser una melodía que te impulsa y te conduce a tus mejores acciones, o puede ser un capataz que te azota y castiga, exigiendo más y más sacrificios. ¡Eres tú quien decide! Y, siendo así, ¿de que forma realmente quieres vivir? ¿Pateando para adelante o haciendo que las cosas sucedan?

Toda vez que dejas un compromiso, una tarea, una conversación o una decisión para después estas posponiendo tu éxito, tus resultados o, quien sabe, aún tu tan deseada felicidad. Por lo tanto, mi sugestión es que, a partir de ahora, solo dejes para mañana aquello que, si hecho o decidido hoy, podría ser malo. En este caso, nada mejor que una noche bien dormida para llegar a una nueva conclusión y, consecuentemente, una acción más inteligente.

O sea, usa siempre la máxima protectora: ante la duda, no te excedas. Pero no te dejes engañar: cuanto antes hagas lo que precisa hacerse, más rápidamente llegarás donde deseas y más intensa y ¡profundamente estarás viviendo cada día del importante viaje que es tu vida!

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