Las acciones que estás en condiciones de llevar a cabo están condicionadas por el estado en que te encuentras. Piensa en una actividad física sencilla como, por ejemplo, caminar diez cuadras. Si es el primer ejercicio que intentas este día y eres una persona normal con una salud normal, no tengo dudas que lo harás sin pensarlo demasiado y no tendrás inconvenientes en llegar al final del recorrido. Si, en cambio, ya llevas recorridas cuarenta cuadras, es posible que lo pienses dos veces y decidas tomar algún medio de transporte.
Esto es así porque tu estado inicial es diferente; en un caso estás fresco y en el otro estás cansado. Esto que resulta evidente se aplica también a actividades más complejas como el estudio, el trabajo, y las relaciones sociales, aunque en estos casos, además del estado físico, influye también el estado mental con que encares la actividad.
Cuando te dispongas a realizar una actividad de cierta complejidad en la que no tengas experiencia previa o que te exija más de lo normal, es muy importante que lo hagas con un estado de ánimo positivo, es decir, optimista. De esta manera te aseguras las mejores chances de terminar la actividad con éxito. Si desde el inicio tienes una actitud negativa o pesimista, tus posibilidades de éxito se ven disminuidas.
Esto es tan cierto que algunos han creído que existe algún tipo de magia involucrada, y han creado un mito que han llamado el "pensamiento positivo", dando a entender que si uno piensa positivamente acerca de todo lo que emprende, puede conseguir triunfar en cualquier cosa que intente. El razonamiento es que si no lograste algo es porque no pensaste lo bastante positivamente acerca de ello. Este tipo de razonamiento vicioso ha sido usado para justificar más de una creencia sin fundamentos en la realidad.
La realidad es que cada uno de nosotros posee más recursos de los que ordinariamente cree, sin querer decir con ello que uno puede tener éxito en cualquier cosa que se le ocurra emprender. Un recurso es cualquier cosa, material o no, que sea necesaria para llevar a cabo una actividad. Si la tarea es cavar un pozo, voy a necesitar una pala, la energía física, y el deseo de hacerlo. Si alguna de estas tres cosas falta, no voy a poder cavar el pozo. Entonces, las tres cosas son recursos necesarios para la tarea.
Cuando pienso que no tengo la energía física para realizar algo, por más de que efectivamente la tenga, es como si no la tuviera. Esta es una actitud negativa o pesimista, y la tarea no llegará a buen fin no porque me falte la energía sino porque pienso que me falta. Lo mismo se aplica a otros tipos de recurso como, por ejemplo, la inteligencia, la habilidad social, etc.
Cuando piensas positivamente acerca de las posibilidades de efectuar una determinada tarea, te estás permitiendo a ti mismo usar todos los recursos de que dispones, y por lo tanto estás realmente aumentando las posibilidades de tener éxito. Si emprendes la tarea vacilante y dudoso, no estás controlando todos tus recursos y por lo tanto son menores las posibilidades de éxito.
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