Nuestro estado fisiológico condiciona nuestro estado mental: es difícil estar de buen humor cuando uno tiene un dolor de cabeza. Asimismo, encaramos las cosas de distinta manera si estamos cansados que si no lo estamos. Cuando uno vuelve a casa cansado después de un día de trabajo, su ánimo no es el mismo que cuando salió a la mañana para ir a trabajar.
El estado mental en que te encuentras condiciona lo que estás dispuesto a hacer en un momento determinado, es decir las acciones que estás dispuesto a emprender. Los resultados que obtienes dependen de las acciones que emprendes, de manera que en resumen los resultados que obtienes dependen de tus estados de ánimo o estados mentales.
Existe otro factor que influye en el estado mental además del estado fisiológico: las creencias que tengas. Generalmente cuando se habla de creencias, se piensa que estamos aludiendo a creencias religiosas. Sin embargo, cualquier persona normal tiene muchas otras creencias además de las religiosas. Lo que ocurre es que esas otras creencias que no son religiosas están disfrazadas de "conocimientos".
Cuando se trata de religión, la mayoría estará de acuerdo en que lo que decide si uno es cristiano o islámico (por ejemplo) es una cuestión de fe. Uno cree en Jesucristo o en Mahoma por una cuestión de fe; no hay conocimiento o razonamiento que lo pueda llevar para un lado o para el otro. En cambio, si a una persona cualquiera se le preguntara si el hecho de que la Tierra gira alrededor del Sol es una cuestión de fe diría que no, que es un conocimiento, que "todo el mundo sabe que es así". Pero si a esa misma persona se le pide que enuncie las razones por las que se sabe que es así, seguramente se vería en un aprieto para hacerlo.
En realidad, existen muchas cosas que tomamos como conocimientos que son creencias, que las aceptamos porque alguien con autoridad alguna vez nos dijo que era así, o porque todo el mundo alrededor nuestro cree que es así. Esas creencias también influyen en nosotros estimulando o limitando nuestras acciones. A ese conjunto de creencias no religiosas, muchas de las cuales son compartidas y algunas son personales, lo vamos a llamar sistema de creencias.
El sistema de creencias determina en gran medida lo que puedes y lo que no puedes hacer, o sea tus acciones. Tus acciones determinan tus resultados y finalmente, tu poder. El poder es la capacidad para obtener resultados. Si quieres obtener los resultados que te apetecen, debes tener el poder para hacerlo, y no lo tendrás si tienes un sistema de creencias que te lo impide. Podemos que decir que un sistema de creencias que te motiva para la acción es útil y estimulante, en tanto que otro que te desmotiva es discapacitante y limitativo.
La clave para triunfar es tomar el control de tus estados mentales y por lo tanto de tu comportamiento. Si quieres amor, seguridad, libertad, ser dueño de tu propia vida, debes contar (entre otras cosas) con un sistema de creencias positivo y no con uno negativo, que te ayude y no que te perjudique.
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