“El que calla otorga”, dice un refrán.
Imagínate que extendieses un cheque al portador en el que el importe no fuera un número sino una afirmación denominada “SI”.
“SI”, para el portador, significaría algo como: pienses lo que pienses y creas lo que creas sobre mí habrás acertado, porque no sólo tienes el derecho a interpretar mis actos y a adivinar mis pensamientos, también tienes la verdad.
Que otros piensen que les asiste la razón no tiene porque ser importante y el silencio puede verse como una forma de lenguaje, la cuestión es ¿qué nos aporta?. ¿Se trata de una decisión meditada en un momento concreto o de una actitud a la que estamos predispuestos con independencia de que nos beneficie o perjudique?.
Cuando silenciar lo que pensamos y sentimos se traduce en sentimientos negativos, algo dentro de nosotros está obrando en nuestra contra.
Es lo que sucede si callas y piensas que nadie te comprende, que deberían saber lo que te ocurre o que ignoran tu valía. Si sólo callas por miedo o de forma inconsciente.
¿Alguna vez has pensado en como contar lo que te pasa y expresar lo que sientes podría mejorar tu vida?.
Las emociones que se reprimen pueden generar traumas y enfermedades. Canalizar bien la emoción implica vivirla y liberarla. Cuando tienes un sentimiento positivo o negativo lo más productivo para nuestro bienestar es reconocerlo y buscar el momento apropiado para expresarlo.
Salvo que las personas que te rodean sean “psíquicos”, no deberías esperar que tengan poderes para leer tu mente.
Las indirectas, por su falta de claridad, tampoco ayudan. Puede suceder que alguien acierte, pero, si lo hace, ¿qué parte de tu mensaje se habrá perdido?. A menudo la indirectas conducen a sudokus imposibles. Todo son preguntas y especulaciones sobre el comportamiento del otro o sobre lo que el otro quiso decir. Lo más fácil es que acabemos distorsionando la realidad.
Si alguien pone su mano sobre tu hombro mientras habla contigo, no implica que sea tu amigo ni que sienta especial afecto por ti. Puede que la persona tienda a comunicarse mediante el tacto. Cada individuo tiene preferencia por un canal de comunicación. Al saludarte, por ejemplo, las personas que tienden al canal auditivo prefieren hablar, si tienden al canal visual quizás prefieran sonreír, mientras que los kinestésicos seguramente opten por un abrazo o por darte la mano.
Todos tenemos necesidades y también nos gusta satisfacer las necesidades de otros. En especial cuando se trata de personas por los que sentimos afecto. Como individuos interdependientes, pedir lo que necesitamos y expresar lo que sentimos es necesario para nuestro bienestar y supervivencia.
Pero, ¿sabemos pedir?.
La falta de práctica y de convicción puede llevarnos a ser exigentes y agresivos.
Si dices lo que piensas o sientes con calma, claridad y directamente te escucharán. Cuando al expresarte adoptas una actitud asertiva y evitas agredir o resultar agredido obtienes empatía. Pide, pero no exijas.
Al pedir, puedes o no recibir. La negativa es una posibilidad. Por ello, conviene entender que un NO es un NO en ese momento y para aquello concreto que has pedido, de ninguna forma un NO para siempre y para todo.
Negarte lo que pides es un derecho que asiste a las personas más que una muestra de desprecio. Cada cual en función de sus valores y circunstancias, decide a quién, cómo y cuándo ayuda. ¿Cuántas personas que te quieren te han dicho NO alguna vez?. ¿A cuántas personas que quieres has dicho tú NO ?. Aún tienes la opción de pedirlo en otro momento, de otra forma, a otra persona.
Mejor eso que adoptar el papel de víctima con frases como: “Si me quisieras, sabrías cuáles son mis necesidades”. Suena un tanto absurdo, ya que alguien puede quererte pero no saber exactamente cuáles son tus necesidades, por mucho que se empeñe en averiguarlo. O pensar “Si tengo que pedirlo, entonces ya no merece la pena”. Una creencia personal sin base objetiva, que destroza parejas y relaciones con los demás.
En cierta ocasión alguien preguntó a los asistentes a un foro de discusión si pensaban que las personas complicamos las cosas al ser tan reacios a pedir y expresar lo que sentimos. Uno de los participantes respondió:
“Las personas complicamos mucho las cosas, y es así de SIMPLE:
Si extrañas, LLAMA. Si quieres encontrarte con alguien, INVITA. Si deseas que te comprendan, EXPLÍCATE. Si tienes dudas, PREGUNTA. Si no te gusta, HABLA. Si te gusta HABLA MÁS. Si tienes ganas, HAZLO, ARRIESGATE. Si quieres algo PÌDELO…es la mejor manera de que empieces a merecerlo. Si el “NO” ya lo tienes, solo corres el riesgo del “SI”. ¿Qué esperas?. La vida es una SOLA y no hay tiempo que perder”.
¿Y si probases a contar lo que te ocurre, pedir lo que necesitas y expresar lo que sientes?.
El resultado te sorprenderá.
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