Algunas personas, independientemente de su edad, exteriorizan con frecuencia sus enfados provocando situaciones desagradables, bien porque no puedan evitar esos brotes de mal humor o bien porque conscientemente no quieran hacerlo. Veamos las distintas actitudes de las personas y algunas prácticas para intentar corregirse.
1. Maduración y autodominio
Las manifestaciones continuas de mal genio suponen una falta de control o autodominio. Lo sufren aquellas personas que aún no han aprendido a manejar la rabia y la ira o a tolerar las frustraciones. Es normal tener esos sentimientos. Lo que no es tan normal es que personas con edad avanzada hagan continuas manifestaciones externas de su ira, rabia o frustración. Suelen gritar, hacer gestos exagerados y dejan salir todo lo que sienten sin ningún dominio de la situación y sin respeto hacia los demás.
Todos hemos presenciado alguna vez como una comida o reunión queda boicoteada por las manifestaciones de mal genio de alguno de los presentes, ante la mirada atónita de los demás que no pueden entender qué es lo que ha provocado esa reacción tan exagerada, nunca justificada entre personas adultas.
Las personas hemos aprendido unas normas de convivencia a través de la educación, hemos ido aprendiendo a controlar nuestras emociones o a no exteriorizarlas. Desde la infancia nos enseñan que gritar cuando estamos enfadados, hablar a voces, etc. no son conductas educadas.
Por tanto, controlar el mal genio forma parte de un proceso de maduración personal que consiste en poder enfadarse sin perder el control de sí mismo, evitando la exageración y teniendo presente el respeto a los demás.
2. Diferentes caracteres
Hay personas que por naturaleza tienen un carácter tranquilo y apacible y otras que por el contrario son más nerviosas y suelen irritarse con facilidad.
Dentro de estas últimas, podemos diferenciar entre las que luchan por modelar su carácter y sienten arrepentimiento cuando han provocado una pelea o discusión fuera de tono, y las que no suelen arrepentirse de sus actos sino que los justifican y no sienten vergüenza de su actitud, pudiendo incluso llegar a ser realmente agresivos.
Una característica de las personas que tratan de dominar el mal genio es que tras una discusión en la que ha habido gritos y malas formas, tienen un sentimiento de frustración y lo que realmente les desespera es no haber podido dominar las emociones ni haber controlado la situación. Sufren lo que coloquialmente denominamos "un pronto", pero no son verdaderamente agresivas. Estas personas, mediante el autocontrol pueden con el tiempo evitar estas reacciones, ya que tienen una voluntad positiva en este sentido.
En el otro grupo encontramos a aquellas personas que no sólo no se arrepienten de sus airadas reacciones, sino que en muchos casos incluso se jactan de ello. Piensan que por ello son más respetadas y siempre encuentran razones para justificar su actitud.
En estos casos estamos ante un problema más profundo, en muchas ocasiones suelen mezclar soberbia y mala educación y pueden hacer la vida insoportable a los que le rodean, provocando en muchas ocasiones situaciones desagradables. Es más difícil que estas personas corrijan su actitud, ya que no tienen ninguna voluntad de conseguirlo.
3. Cómo corregir el mal genio
Veamos a continuación algunas sugerencias para controlar el mal genio y para actuar ante personas que se exaltan con facilidad:
- En el caso de niños pequeños, analiza las situaciones que los originan para tratar de prevenirlas. Trata de evitarlas, no lleves a tu hijo de compras si sabes que se desespera.
- Cuando los niños son mayores y tienen capacidad para entender, explícale que ese comportamiento no es adecuado, que debe calmarse y aprender a controlarse. Coméntale también que esa explosión del mal genio, a veces se produce porque está cansado, hambriento o por cualquier otra contrariedad y que no es motivo para enfadarse.
- Muchas personas utilizan su mal genio como una amenaza para lograr su objetivo. No permitas que logre su propósito porque perciba en ti temor por su forma de actuar ante una discusión.
- Cuando sepas que vas a "estallar", reflexiona unos segundos antes de hablar sobre lo que vas a decir y cómo lo vas a decir. Cálmate entes de empezar a hablar y piensa en las consecuencias negativas que siempre traen esa explosión de mal genio.
- Si estás demasiado alterado para discutir la situación, aplázala para otro momento, así habrás tenido tiempo para calmarte y pensar en lo que realmente quieres decir.
- Si debes tratar con una persona que habitualmente sufre de mal genio y ha comenzado a exaltarse, no discutas con él. No le des la razón por temor ni te enfrentes a él, deja que se le pase y cuando esté calmado habla con él de lo ocurrido.
Dª. Trinidad Aparicio Pérez