Gracias, pasado

CO-CREADOR@ Desde : 06/12/2008 He aportado : 4682

“Todo viaje empieza hoy, ya me leí el ayer, nos vemos mañana”. Cultura Profética

De niños a todos nos enseñan cuáles son los tres momentos del tiempo gramatical absoluto: pasado, presente y futuro; pero solo la vida nos muestra la verdadera importancia de cada uno. El tiempo es indomable y, a veces, aparentemente perverso. No lo podemos retroceder, detener ni apresurar. Con lo impacientes que somos los humanos, esto nos puede traer una lista infinita de detonantes de la ansiedad. Lo que siempre olvidamos es que tenemos la libertad plena de asumir qué hacer con cada experiencia y de aprovechar este preciso instante para moldear, cual escultor, nuestra propia figura. Que podemos crearla, curarla, darle brillo. Son incontables las veces en las que me he ahogado en un vaso de agua. Imagino que tú también.
En más de una oportunidad me he sentado, como niña malcriada, a mirar con pesar lo ocurrido, a lamentar el presente y pensar que el futuro está en manos de alguien más que no soy yo. Luego respiro, pienso, busco refugio en amigos. Escribo, hablo conmigo y trato de darle otra mirada a cada situación. Si no es siempre la más optimista, al menos es más centrada.

Hace poco, tras un arranque de furia con la vida —de esos que explotan por dentro y luego se desbordan—, una muy buena amiga me recordó la importancia de aprender de cada vivencia, perdonar, perdonarnos y soltar. Mentiría si dijera que es fácil, pero no es imposible; ahora lo sé. Fue allí cuando decidí tomar un tiempo para agradecer al pasado. A mi pasado. Solo entonces esos recuerdos que tantas veces miré con desdén comenzaron a tomar forma. Me reconcilié con lo bueno y comencé a dejar ir lo malo. Me disculpé por mis errores y perdoné a los demás; acepté mi inmadurez y absolví a otros por sus fallas. Al final, concluí en que todo es parte de un proceso: cada día nos enseña algo nuevo.
Después de ese ejercicio, recordé lo que dicen por ahí: la depresión es el exceso de pasado, el estrés es el exceso de presente y la ansiedad es el exceso de futuro. Por eso hice un trato con mi pasado y le prometí deshacerme de los rencores algún día. Le dije a mi presente que le daría la atención que merece. Me comprometí a trazar mi futuro como pintor que perfila su obra maestra. Decidí administrar los tres momentos a mi gusto, a mi manera. Decidí aprender a bailar con las agujas del reloj.
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