Si tomaras en tus manos algo caliente, y mientras intentaras retenerlo lo calentaras más aún, te harías mucho daño, y sin sentido alguno.
Eso es lo que hacemos cuando nos sentimos heridos, nos estancamos en el dolor, y dedicamos tiempo a acrecentar el daño.
Existe otra alternativa: dedicar ese mismo tiempo a sanarnos.
Proponte retener solo lo que te hace sentir bien. ¿Cuánto puede ayudarte a tener mayor claridad sentirte mal?
Cuando algún pensar te quite paz, cámbialo por otro que te vuelva a direccionar hasta tu centro.
Cuando algo te induzca a pensar algo que te entristece cámbialo por otro que te alegre. Cuando alguna idea te quite tu sentido existencial, vuelve a leer esto, porque si no existieras muchos de nosotros tampoco estaríamos aquí.
Haz de cuenta que eres un recipiente y tú eliges qué entra, qué sale, y cuánto dedicas a limpiar todo antes de dejarlo permanecer en ti.
Como un juego de naipes, en el que un pensar es una carta sobre tu tablero mental, y tú dispones otra carta que encimas para ganar la partida, que es tu paz.
Y sólo cuando estés justo parado en ese equilibrio emocional, desde esa distancia, pregúntate y escucha la respuesta ¿para qué existió ese otro pensar en tu espacio? ¿Cuál es el aprendizaje que trae consigo?
“La pregunta de uno tiene su respuesta dentro de uno”