¿Qué puedes esperar de una medico?En caso de que nuestro país sufriera un ataque nuclear, un presidente responsable se encaminaría a las facultades de Medicina del territorio y velaría por la preservación de sus estudiantes antes que por la de nadie más. Los motivos serían dos: que sus colonos serán los salvavidas del mañana (y de ésos nunca sobran) y que, al tratarse de una población mayoritariamente femenina (3/4 partes del alumnado, según los últimos censos), tienen en sus vientres la perpetuación de la especie frente a la relativa inutilidad de nosotros, los hombres. Dicho esto, un periodista de tendencias se mira en su espejo y sólo ve derrota.
Pero tal circunstancia sólo habría que valorarla llegados a casos extremos. En los tiempos de relativa calma (crisis aparte) que atravesamos, ellas son sólo una más de las tipologías de mujeres que tenemos a nuestro alcance si es que nos embarcamos en la simplista aunque esclarecedora etiquetación de seres humanos. Una profesional de la Medicina, además de ello puede ser esposa, amante, madre o presidenta de la comunidad de vecinos, y, salvando las peculiaridades que hacen de cada una de ellas criaturas especiales y preciosas, sí que existen ciertos comunes denominadores bajo los que podemos englobarlas porque nacen de un proceso de observación prolongado.
Todos tenéis a una cerca, así que fijaos en que no nos equivocaremos mucho si decimos que:
1. Puedes llamarla “médico” o “médica”, pues la RAE bendice ambas acepciones. Las más militantes preferirán el segundo de los términos propuestos, aunque al resto de ellas le dé bastante igual.
2. Lo que no le gusta es que la llamen “Chiqui” en la consulta. Ni “bonita”. Tampoco les hará ninguna gracia que les pregunten “¿cuándo viene el doctor?”. Porque el doctor son ellas, bitch.
3. Debido lo enunciado en el anterior punto, puede que sean el único colectivo femenino que no se disgusta cuando te piden que adivines su edad en un bar y te pasas de largo, porque, en ese caso, (pensarán) puede que los irreverentes pacientes dejen de tomarlas por el pito del sereno a partir del lunes.
4. Pese a haber estudiado al hombre sano durante tres años y al hombre enfermo durante otros tres, más el M.I.R., más entre cuatro y cinco años de especialidad, la mayoría de veces que te vean convalecer preferirán evitar suministrarte cualquiera de los medicamentos que la Farmacología prescribe para tu dolencia concreta, y es que una médica titulada es lo más cercano a una homeópata que te encontrarás. Para cualquier resfriado o dolor de garganta te recomendará miel y limón, que bebas muchos líquidos, reposes, hagas gárgaras con oraldine y vahos con una olla llena de agua hirviendo. Es lo que se conoce como: “en casa de la médica, cuchillo de palo”.
5. Tal circunstancia desesperá a los laboratorios farmacéuticos que las agasajan sin cuartel con libretitas y bolígrafos de propaganda que siempre llevarán consigo. Es por ello que la casa de una médica acaba pareciéndose bastante al Carlin y los bolsillos de su bata irán más llenos de los mencionados ítems que la riñonera de tu cuñado de arreos inservibles para cualquier cosa a la que sea aficionado.
6. Tener a una médica al lado puede llegar dañar tu hombría, puesto que, si te consideras muy macho por saber cómo utilizar un taladro o por entender para qué sirve una bujía, despertarás de tu sueño al comprobar que, después de que tu intrépido hijo Carlitos se abra la cabeza en el parque haciendo el monguirulo, la que tiene sangre fría para coserle esa brecha de 12 puntos es ella y no tú.
7. Se ha definido muchas veces a las mujeres como el sexo débil, pero, tal y como defendía el inmortal Faemino, en caso de enfado, prefiero mil veces pelear con una camionera que con una médica. La primera te puede dejar tonto de un puñetazo, pero eso es temporal. Sin embargo, si cabreas a una médica y consigue encajarte un golpe, quizá sus secuelas sean menos llamativas en el corto plazo, pero ella sabe dónde dar, así que lo más probable es que dentro de 80 años estés para el arrastre por aquel ataque tan técnico.
8. Si tienes la gran suerte de emparejarte con una de ellas y hace pública su profesión entre los allegados, en tu casa nunca faltarán frutas, verduras, bombones o gallinas. Ten en cuenta que los vecinos siempre quieren estar a bien a quien les puede sacar de un aprieto sanitario a las 4 de la mañana. Prepárate para recibir más agasajos que la Doctora Quinn.
9. Las cartas de agradecimiento de los Reyes Magos después de comerte junto a ella las dos galletas María y el plátano que les han dejado vuestros dos vástagos (Carlitos y Azucena -a ésta todavía no te la habíamos presentado) tendrás que escribirlas tú, puesto que, de tantos apuntes como tomó en la carrera, se le distrajo la caligrafía y ahora sólo ella, el resto de compañeros de profesión y algunos farmacéuticos son capaces de entender lo que escribe. Las florituras que las adornen sí puedes dejárselas, porque, por homóloga razón, atesorará tanta destreza con los rotuladores fosforitos que será capaz de concretar un retrato expresionista en dos segundos que ríete tú de Pollock.
10. Salir de juerga con una médico puede ser otro de los eventos que más cuestione nuestra masculinidad. Acostumbradas a noches en vela por culpa de sus cientos de miles de exámenes y a otras tantas guardias, dormir para ellas se ha convertido en un acto accesorio. Y.Siempre.Te.Tumbarán.
11. Cuando no estéis de acuerdo en algo y te dispongas a discutir con ella, primero ten en cuenta que era la más lista del colegio, la más lista del instituto (tuvo que sacar cerca de un 12 para ingresar en la facultad) y también la más lista de toda la universidad, así, que ¿qué te hace pensar que va a ser menos lista que tú? Cuando tú vas, ella viene de allí.
12. No obstante, la médica nunca creerá en tal hegemonía intelectual, puesto que haber estado pegada a los libros durante los periodos estudiantiles referidos ha mermado un tanto su propiocepción, generándole ciertos problemas de autoestima (del todo infundados) con respecto a la capitana del equipo de animadoras.
13. Este punto es picante. La médica conoce la elasticidad y alcance de todos los músculos del aparato locomotor, por lo cual podrá sorprenderte con ciertas escaramuzas sexuales que otras quizá no se atreverían a realizar.
14. Te ayudará a desdramatizar la mayoría de problemas domésticos porque está acostumbrada a mirar a los ojos de la muerte a diario.
15. Por ello será muy poco probable que veas a una médica lamentándose por haberse roto una uña. O una media. O un jarrón. Mira.A.La.Muerte.A.Los.Ojos.Diariamente.
16. Un inconveniente de convivir con ella es que quizá se pase de sobreprotectora, pues conoce los efectos que el frío invernal genera en la garganta humana y por ello te dirá que te abrigues entre noviembre y febrero, pero, como eres un valiente y le desobedecerás, en ocasiones tendrás que aguantar sus “te lo dije” mientras te prepara una tisana medicinal compuesta a base de limón y miel.
17. Su bolso se parece mucho al de Mary Poppins y, por pequeño que sea, en él siempre llevará una paleta de madera, un termómetro, un miniaparato para medir la tensión, un blíster de tiritas de Mickey Mouse, una jeringuilla de B12, caso de que te hayas pasado con el Jägermeister, y un exprimelimones.
18. Cuando un señor gordo se atragante con un gnocchi en el Gino’s y pregunten si hay un médico en la sala, tú la señalarás rápidamente henchido de orgullo. En ese momento sentirás lo mismo que saliendo con una supermodelo. Y, ojo, que puede que no tenga nada que envidiarle en el físico tampoco.
19. A las médicas les gustan los bolsos y los zapatos caros, quizá para contrarrestar su aburrido atuendo laboral. (De todos modos, es posible que este punto no sea patrimonio exclusivamente suyo, pues a nadie le amarga un dulce).
20. Lo de “¡Estoy cansado, llevo todo el día trabajando!” será una ridícula excusa doméstica para con una médica porque ella, además de haber palmado tantas o más horas que tú, lo ha hecho SALVANDO VIDAS. ¿Dónde está tu Dios ahora?
21. Nueve de cada 10 dentistas recomiendan un chicle sin azúcar y nueve de cada 10 médicas (que para algo tienen la cabeza encima de los hombros), también.
PD: Recuerda: una médico en tu vida siempre será un valor seguro, pues sabrá qué hacer con tu corazón. (Han estudiado al respecto).
Fuente:
http://www.revistagq.com/articulos/conoces-a-las-medicas/19374