Te fuiste de mi vida y ahora sufro dolor de amor

Cuando algo ter­mina, sen­ti­mos que se rompe algo den­tro de nosotros, al prin­ci­pio aparente­mente no se nota de forma inmedi­ata, pero se va generando un dolor de amor que con los días se hace mucho peor. Esto nos pasa en cualquier momento, por ejem­plo en la amis­tad, si una amiga o amigo se va de nues­tras vidas, esa/e amiga/o con quien com­partíamos muchos temas, muchas con­ver­sa­ciones en el chat o fuera de él, muchas con­fi­den­cias y expe­ri­en­cias… nos causa dolor, y no pen­samos que nos dol­erá sólo al prin­ci­pio, nada de eso, pen­samos y sen­ti­mos que nos dol­erá mucho más con el pasar de los días. Y si es un amor, ocurre exac­ta­mente lo mismo, siem­pre estare­mos diciendo, “esto es por ahora, pero con el tiempo segu­ra­mente o dol­erá más”. Pero los recuer­dos se acen­tu­arán y nos hará recor­dar y ape­nas, podemos tol­er­arlo, nos dare­mos cuenta que pasan los días y recor­damos más y más todos los momen­tos vivi­dos, todo aque­llo que un día planeamos hacer y ahora no será posi­ble. Sientes que el camino a la recu­peración es doloroso, nos lev­an­ta­mos, tomamos un té, y seguimos pre­gun­tán­donos qué será de aque­lla per­sona, recor­damos todas las cosas que vivi­mos jun­tos, todas las con­ver­sa­ciones y expe­ri­en­cias más las prome­sas que nos hici­mos, y ten­emos miedo que todo aparezca y el dolor crezca ince­san­te­mente. Y defin­i­ti­va­mente es ver­dad que todo duele más, y el tiempo sólo hace lo suyo mucho más allá de lo que quisiéramos.

Nos hemos con­ven­cido que el olvido no es fácil y el camino que debe­mos seguir siem­pre es doloroso, es como estar pagando pen­i­ten­cias sin mere­cerlo. Pero no hay que temer porque aunque todo eso haya ter­mi­nado por decir algo, siem­pre queda la posi­bil­i­dad de recor­dar la fidel­i­dad, la leal­tad, y esos prin­ci­p­ios bási­cos que estu­vieron pre­sentes en aque­lla etapa de nues­tra vida, lo impor­tante de todo esto es apren­der a olvi­dar, es decir si no quer­e­mos sen­tir dolor de amor lo más efec­tivo es bus­car una ayuda efi­ciente y ráp­ida para olvi­dar, no asumamos que con los días el dolor y la pena se van a ir, no es así, es como un pro­ceso que se vive. Primero es la sor­presa de aquel difí­cil final, luego viene el enojo, la tris­teza, la res­i­gnación, pero luego viene más dolor, pero si nos entre­n­amos para dejar de sen­tir dolor podremos lev­an­ta­mos y darnos cuenta que sólo le deseamos lo mejor, que asum­i­mos que no podemos volver a atrás, y aunque aún nos duele pasará. Y de ahí para ade­lante a tratar de no come­ter los mis­mos errores, ser más cuida­dosos, más serenos, y dar gra­cias por tener la opor­tu­nidad de saber per­donar y que nos per­do­nen. No siem­pre her­i­mos inten­cional­mente, no siem­pre actu­amos mal en forma con­sciente. Somos humanos y por lo tanto somos imper­fec­tos, pero esto no sig­nifica que no podamos cam­biar, mejo­rar y actuar de una man­era equi­li­brada bus­cando nues­tra feli­ci­dad en nosotros mis­mos.

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